Importancia de las raíces
En estos días, tormentas y huracanes han poblado las noticias con su devastador paso. Vientos de hasta 295 Km. por hora han puesto a prueba la confianza con que el hombre vuelve a su caverna para protegerse de las fuerzas desatadas que desde siempre lo han puesto de cara frente al miedo.
Personas y animales se internan en el cobijo que provee esa ansiada calma, pero el mundo vegetal no tiene esa posibilidad. Palmeras y árboles añosos están allí, frente al horror y el azote, doblándose y doblándose, porque su vida depende de ese vaivén.
Las palmeras son una metáfora de la vida. Sus raíces, fieles garfios que no se ven, pueden alcanzar hasta los 20 metros y juegan su destino a impedir que los latigazos del viento les quiebren la vida. Sin embargo, son incapaces de regenerar sus tejidos externos y así no pueden cicatrizar sus heridas. No son árboles en sentido estricto y el tejido de su cuasi tronco es más suave que la madera lo que lo hace muchísimo más flexible.
Las palmeras dejan pasar los vientos malos, no insisten, se doblan y tiene la capacidad de reconstruirse, de fortalecer su tronco y sus raíces. Esta capacidad tiene relación con el fortalecimiento de los recursos con que cuentan. Así también las personas de convicciones profundas, de raíces fortalecidas en los huracanes de la vida tienen más posibilidades de sostenerse en pie durante y después de las adversidades. Para ello, es importante conocerse, saber de qué se está hecho para enfrentar los huracanes. Como dice Lao Tsé: Conocer a otros es conocimiento, conocerse a sí mismo es sabiduría".
El junco que se dobla y sigue en pie, no teme a su debilidad, trabaja con ella. No dedica su pasión a quien lo hiere sino a enfrentar y vivir después del azote de los vientos.
Atravesar las tempestades y salir fortalecidos de ellas es tarea de palmeras y de seres humanos. Después de la tempestad viene la calma, decimos y volvemos a agradecer a quienes hicieron que nuestras raíces nos permitan agitar las alas.
Patricia Bennett R.