"Chile pierde altura"
comentarista
deportivo
Chile volvió a fallar en lo que lo llevó a los mundiales, a ganar la Copa América y lo hecho en la Confederaciones. Perdió, sobre todo en los últimos partidos, la solidez de su juego de conjunto y perdió el aporte de sus principales valores. Y lo pagó en los partidos ante Paraguay y Bolivia. Ya no fue una situación de momentos, lo fue en 180 minutos y un poco más.
Bolivia, sin hacer tanto más, se lo llevó por delante. Como era obvio apuraron en los primeros minutos para sacar partido de la altura. Arrestos individuales de Escobar y Arce, a las espaldas de los irresolutos volantes de la "Roja", suscitaron constante riesgos ante Bravo. No era gran fútbol. Un factor era la poca determinación de los principales valores de Chile para desarrollar que idea que se llegó a pensar desde la banca. No siempre bastan los compromisos…
Pasaron largos 30 minutos para que recién salieran de "la oscuridad" de su disposición para enfrentar al rival y los elementos adicionales. Ahí surgió Pedro Pablo Hernández, Díaz, Isla y Silva con algunos arranques, casi presionando para que los de más renombre, caso de Vidal y Sanchez y Vargas, "aparecieran". Así, con tan poco, se pudo anotar y darle otra orientación al juego. Pero falló el del Bayern Munich.
Soria, al comenzar el segundo tiempo, excluyó Escobar. Ingresó Alvarez y se potenciaron en la reanudación. Pero lo más grave, Chile se alejó definitivamente de la fluidez y cohesión que tuvo hasta no hace mucho. Volvió a ser el conjunto inseguro y titubeante, sin saber a qué quería jugar.
El penal cometido por Marcelo Díaz, ajustado a reglamento, lo condenó al reemplazo. Fue mucho castigo para él y el equipo, porque era justamente éste el que estaba poniendo el balón al piso e intentaba coordinar al conjunto. Salió y los cambios no variaron nada. Paredes, Valdivia y Valencia ingresaron a deambular. La funcionalidad ya no era parte de todos y apenas surgieron algunos arrestos individuales.
Chile perdió puntos, valores que no estarán en los próximos partidos, pero lo peor: la coherencia de su fútbol.
René
Cortés