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Mejorar el ánimo para el futuro

Es muy malo que nos gane la desesperanza en momentos en que requerimos fuerza para enfrentar los desafíos y creatividad para navegar el complejo mundo de hoy. Los chilenos tenemos sueños y metas. Llevemos tales anhelos a puerto. Y partamos mejorando el ánimo, combustible fundamental para tener la fuerza necesaria para lidiar con los conflictos.
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Es obvio que siempre cargamos estados de ánimo y estos son mucho más poderosos e influyentes de lo que creemos. Determinan nuestra manera de relacionarnos con el mundo, con las personas y la forma en que leemos la realidad cotidiana.

Así, por ejemplo, ante un estado de ánimo pesimista, o deteriorado, nuestras acciones serán de un determinado tipo, si estamos con miedo, serán distintas. Lo mismo si nuestro estado es de esperanza, calma, o ambición. Esa singularidad implica un tipo específico de comunicarnos con el mundo.

Chile parece hoy más enfocado en un estado de ánimo negativo, crítico, interrogante respecto a su pasado reciente, irritado por los casos de corrupción, las colusiones de empresas, carabineros, los problemas de la iglesia, las pensiones, entre otros. Todas alimentan este escenario.

Es, entonces, difícil instalar un estado de ánimo que hable de las muchas cuestiones positivas que nos rodean: la paz social, vivir en un país sin conflictos bélicos, que crece, que objetivamente tiene más oportunidades; vale decir, los logros conseguidos en tres décadas de desarrollo, porque estamos aparentemente resignados a ver como verdad hechos aislados que constituyen una certeza.

En Antofagasta pasó lo mismo. De una euforia determinada por el alto precio del cobre y el pleno empleo, pasamos a un momento de queja, resignación e incluso molestia.

Todo lo anterior es cierto, pero nos sirve continuar en estados de ánimo que no alientan la creatividad, que no nos preparan para enfrentar los mundos que vienen, que no nos motivan respecto a la educación, salud, en definitiva, para dar el salto al desarrollo que anhelamos todos.

Los chilenos tenemos sueños y metas. Llevemos tales anhelos a puerto. Y partamos mejorando el ánimo, combustible fundamental para tener la fuerza necesaria para lidiar con los conflictos que siempre estarán presentes. Iniciemos un camino -en especial pensando en las nuevas generaciones- que sume y motive, no que reste y genere innecesarios desánimos que poco ayudan a construir futuro.

La política chilena

"En el mundo político, salvo excepciones, los principios, valores, ética y moral son cuestiones relativas". "La izquierda, entonces, ahora debe destruir el actual sistema, desmontar el neoliberalismo impuesto por Pinochet".
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La ciudadanía, a propósito del descrédito en que ha caído nuestra clase política, espera señales que apunten a cambios significativos de sus actores. Sin embargo, las expectativas están lejos de cumplirse, ¿en qué nos basamos para afirmar esto?

La Nueva Mayoría, el conglomerado de gobierno, lleva dos candidatos a las presidenciales, hecho inédito desde la recuperación de la democracia. Esto, debido a que la Democracia Cristiana levantara su propia candidata a la primera vuelta. Al respecto, quienes no entendemos de estrategia electoral nos preguntamos: ¿La DC ha actuado de tal forma, porque está convencida de un renacer como el Ave Fénix o está al borde del haraquiri?

Chile Vamos, por su parte, hasta hace poco se ufanaba que era un conglomerado cohesionado, sólido y con espíritu de cuerpo. Mientras negociaban la planilla parlamentaria, todos juraban que iban a llegar a buen puerto. Al final tuvieron que recurrir a Piñera y a una encuesta, opciones que tampoco lograron ponerlos de acuerdo del todo.

Mientras José Miguel Insulza era precandidato presidencial socialista y marcaba nada en las encuestas, se le preguntó ¿usted lo que busca es pavimentar una postulación parlamentaria? Insulza enfáticamente lo negó. Luego aceptó competir al Senado por Atacama exclusivamente, su partido no lo apoyó y le ofreció ir por Arica cosa que no aceptó y renunció a todo. Al final aceptó ir por Arica. Lo mismo ocurrió con Felipe Kast, quien afirmaba que no repostularía a la diputación, ni tampoco al Senado, sino que se dedicaría al trabajo interno en el partido, asunto que le apasionaba por sobre todo. Hoy es candidato a senador por La Araucanía.

En el Frente Amplio, la cosa no fue tan disímil, el affaire Mayol dejó al descubierto que este nuevo referente, solo es nuevo por el promedio de edad de sus adherentes, pero no por las prácticas, donde los cupos al Parlamento se defienden con dientes y muelas, incluso utilizando fuego amigo, a la antigua.

Los referidos casos, son una pequeña muestra de la forma actual de hacer política, una teleserie que hay que ver todos los días. Los políticos son muy distintos a las personas. Estas tienen ciertos valores y principios, acertados o equivocados, que guían en gran medida su proceder en la vida.

En el mundo político, salvo excepciones, los principios, valores, ética y moral son cuestiones relativas, que no determinan una conducta predeterminada, que pudieran hacer prever el accionar de los involucrados. Los políticos se acomodan, cambian y se retractan según la orientación del viento que apunta a su veleta. Para la mayoría de ellos, el doble estándar es una constante, la incoherencia una regla, la inconsecuencia una norma, mientras que el poder es su leitmotiv.


¿Podemos estar mejor?

Fue el nombre del seminario económico realizado por el grupo Security, el 9 de agosto. En este encuentro uno de los expositores fue Max Colodro, sociólogo y Doctor en Filosofía, quien alguna vez fue un disciplinado militante comunista y hoy se define como independiente de centro izquierda.

No dejaron indiferentes sus comentarios sobre las proyecciones para nuestro país, las cuales fueron bastante sombrías y preocupantes.

Colodro dice que para responder si podemos estar mejor, primero debemos analiza por qué estamos como estamos, por qué en nuestro país hemos llegado a una aguda crisis de confianza junto a una profunda incertidumbre empresarial. Es común que la principal causa esgrimida para la actual situación serían las reformas llevadas adelante por el actual gobierno, pero Colodro agrega que, según él, estas reformas no son sino el efecto de algo mucho más de fondo: un quiebre de los acuerdos y de los consensos que comenzó a construir la sociedad chilena, particularmente su sistema político, desde fines de la década del 80, cuyo principal hito inicial fue el plebiscito de reforma constitucional de 1989.

En la denominada época de los consensos, nuestro país vivió cambios radicales y significativos en el ámbito social y económico, con fuerte crecimiento de la inversión y disminución de la pobreza como nunca antes había sucedido en la historia nacional. Sin embargo, es también a mediados de ese periodo que surge un llamado "malestar difuso", fenómeno que no sólo aparece en Chile, en Europa algunos analistas lo nombran "paradoja del bienestar". Indicios de ello, en nuestro país, surge en las controversias entre "flagelantes y autocomplacientes" y que con los años ha derivado en expresiones políticas, en una polarización de la sociedad, un debilitamiento de los partidos que representan el centro político y un fortalecimiento de los extremos. Una de las causas que se enuncian para esta "paradoja del bienestar" serían los cambios en las expectativas, en particular de la emergente clase media, que ahora están muy por encima de lo que ya se obtuvo, generando malestar que se exacerba con los abusos tanto del mundo político como empresariales; la corrupción cada vez más evidente, pública y privada.

Para Colodro, el hito que marca el término de la política de los consensos ocurre con la elección de Piñera como presidente el 2010 y la izquierda debe reconocer que esa política de consensos permite que regresen al poder aquellos que acompañaron al "dictador".

La izquierda, entonces, ahora debe destruir el actual sistema, desmontar el neoliberalismo impuesto por Pinochet y para eso se debe escribir una nueva constitución, botando a la basura la "antigua", la de la dictadura, aunque esté firmada por Lagos.

¿Podemos estar mejor? Así puestas las cosas, el pronóstico no es bueno. Esta profunda polarización no se resuelve con una elección presidencial, sea quien sea gane en ella, y es más, puede acentuarse aún más.

No veo que la actual clase política, más preocupada de sus destinos personales, esté a la altura de resolver este profundo cambio de época que vive el país.

Antonio Sánchez

Presidente Cámara de Comercio de Antofagasta

Carlos Tarragó

Presidente de Corporación Proa