COSA DE VOLUNTAD
Escucho a menudo la explicación que alguien no habla inglés, no sabe matemática o no traga la ciencia, porque no le gustó la asignatura, el maestro o carece de las habilidades para la especialidad, tal cual si se tratase de cierta materia con exigencias pantagruélicas.
La autodeclaración de insuficiencia es una de las mayores explicaciones para el mal comportamiento en el aula también, cuestión que, a menudo, cuenta con el respaldo moral de padres y apoderados, asunto que jamás he podido aceptar,sñs porque no tiene cabida en la realidad.
Lo cierto es que si Alemania, tras la Segunda Guerra Mundial hubiese volteado a mirar el enorme daño sufrido por todo el país con la devastación que les provocaron las fuerzas invasoras, jamás hubiese salido adelante, igual que el Japón o Italia. Algo parecido ocurre con Colombia, donde la guerra interna de medio siglo causó daños que difícilmente pueden ser no asimilados con una guerra de invasión y destrucción. Sin embargo, Colombia avanza y trata de reconstruirse lo mejor que puede, a pesar de los ultras y el narcotráfico. Es una de las naciones con mayor potencialidad en el continente y trata de arrimarse a la normalidad y el desarrollo, que no es esfuerzo nada menor.
Hace algunos días, por necesidades profesionales, recurrí a un diccionario francés-español, publicado por Alcalá-Zamora, edición de Sopena en 1973. Lo compré cuando, al concurrir en marzo de ese año a clases, la profesora de francés -quien no entendía que hubiese gente sin idea alguna del idioma galo y que nunca hubiese tomado una clase en la lengua de Sartre- me exigía, incluso con enojo, que le nombrara los sustantivos contenidos en un texto que leíamos. Que ella leía.
La experiencia con dicha maestra fue notablemente desagradable, pero nada tenía que ver con el francés, idioma por el cual siempre he sentido atracción y el cual yo pretendía, al menos, leer. Tras el uso del diccionario, cuya fecha de compra me tomé el cuidado de anotar como hago con todos mis libros, sí sés cuáles palabras son sustantivos en dicha lengua y cuáles no. Vale decir, el mal rato con la profesora jamás me invalidó para aprender el idioma de Napoleón. De hecho y años después, enfrentado a la torre Eiffel, el Louvre y los franceses, sentí que en la experiencia perdía mucho al no dominar ese idioma, pero había concentrado mis esfuerzos en otros asuntos.
Como quiera que sea el asunto, excusas para no realizar algo, para no aprender algo, son parte del panorama actual de una sociedad de ciudadanos a menudo acomodaticios, quienes esperan que las respuestas y mejoras en sus vidas les lleguen del cielo. Es el problema cuando se alcanza un cierto nivel de desarrollo y amparo, desconocidos antes cuando el país se arrastraba por la pobreza.
Mirando el pasado con Antonio Rendic, quien ayudó a muchos pobres a resolver sus problemas de salud, me cabe decir que si bien los hombres dedicados a la sociedad son necesarios, también lo es que la sociedad debe prepararnos para ser como él en cuanto a capacidad de suficiencia para ayudar a los demás. Es otra de las enseñanzas que me ha dejado el doctor de los pobres.
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