El ritmo de la tierra
El pensamiento andino es dialéctico, no una dialéctica confrontacional, sino, una dialéctica complementaria que busca permanentemente los equilibrios. Es un pensamiento que utiliza la reciprocidad, tanto simétrica como asimétrica, para la relación entre todos los seres y con la naturaleza. Nada existe sin su contrario, sin su complemento (día - noche, negro - blanco, hombre - mujer, arriba - abajo, etc.). Todo está relacionado, formando una unidad así, por ejemplo, la enfermedad es entendida como la carencia de algo, problemas de carácter natural son entendidos como consecuencia de una falta, error u omisión que necesitan ser compensados para reestablecer dicho equilibrio. La vida exige de reciprocidad, como también lo requiere la relación con la naturaleza (de la cual el ser humano es un elemento más) y las deidades.
Se posee una concepción circular del tiempo, donde se le concede especial importancia al pasado y al presente, y el futuro es concebido como un tiempo pasado que regresa cíclicamente en estadios superiores.
Nuestros amigos y amigas andinos nos han señalado que el día, según la posición del sol, se divide en seis "momentos": - "aclarando el día", el amanecer, marcado por el lucero de la mañana; - "la salida del sol"; - "cuando el sol está medio medio en el cielo", el mediodía; - "la puesta del sol", cuando comienza a esconderse tras los cerros del oeste; - "cuando está oscureciendo", se ve el lucero de la tarde; - "medianoche", cuando en las noches despejadas, se aprecian nítidamente la posición alta del lucero, las Tres Marías y la Cruz del Sur.
Soledad Pérez señala que el tiempo es una: "entidad relacionada con el ritmo de la tierra y de la naturaleza; hay ciertos tiempos en que la Pacha está más activa que en otros. Además el microcosmos y el macrocosmos no están separados; lo pequeño y lo grande, los cambios de luna, las transiciones día noche son momentos de especial atención, de acompañamiento, de rituales simbólicos".
Domingo Gómez Parra