No son días ni años felices para los representantes políticos en el Congreso de la República. Ya por bastante tiempo, la institución se encuentra entre las peor evaluadas del país.
Uno de los últimos sondeos de Cadem lo certifica. El Congreso registra una aprobación de 12%, con un margen de error del 2%; cifras que se repiten con Adimark y el Centro de Estudios Públicos, entre otros.
¿Qué explica esta realidad? Debemos convenir que el dato no es malo solo para los parlamentarios, sino para la República y la democracia.
La gente observa cierta lejanía de los congresistas, pero tampoco entiende bien su trabajo, desconoce la estructura de esa labor y espera que ellos entreguen soluciones que son resorte de los municipios o del gobierno en sus distintos planos.
A saber: los senadores y diputados se encargan de crear y aprobar las leyes que rigen en Chile. Para esto estudian los proyectos de ley que son enviados por el Presidente de la República o creados por los propios parlamentarios, los discuten y finalmente los votan. Son ellos los que aprueban o rechazan las nuevas leyes. Por cierto, como son elegidos por votación popular, deben tomar en cuenta los intereses de la gente que vive en su distrito o circunscripción.
Pero no están directamente encargados de construir puentes, regalar bonos, solucionar los problemas de pobreza, entre otros. Eso corresponde a otros niveles del Estado.
En este escenario, tanto la Cámara de Diputados como el Senado rindieron su tercera cuenta pública para exponer el trabajo realizado y abordar temas de la contingencia. Y coincidieron en hacer un llamado a los parlamentarios para que se esfuercen en dar una buena imagen de la institución.
El presidente del Senado, Andrés Zaldívar, sostuvo que se ha dañado la confianza que la ciudadanía debería tener en el Congreso, por varios factores, por lo que resaltó que dotar de transparencia es fundamental y que deberán ser más rigurosos y exigentes.
Es una medida que suma, sin duda, pero está lejos de ser lo único. Los parlamentarios deben hacer mucho más para corregir la delicada realidad en la que están.