Loquitos y locuras
Algunos fueron enajenados desde su infancia. Otros perdieron la razón y vivieron en la sin razón. Pero hablar de los "loquitos" -como piadosamente los llamábamos en los años 50- es recordar sus nombres y sus peculiares "chifladuras". Podríamos decir que guardábamos cierto respeto por ellos, según nuestros padres nos lo habían inculcado por todos los demás, especialmente los mayores.
Si se me perdona, recuerdo con veneración a "Perico". Era el almirante que se paseaba por nuestras calles, pleno de galones, silencioso, siempre mirando a ese horizonte que quizás nunca surcó. Danilo Tacussis, empleado municipal y fotógrafo, le hizo una foto hermosa… ¿Dónde estará…?
Recuerdo también a "El Maquinita", que se llamaba Manuel. Tenía un sucucho en calle Valdivia. Maniobraba como los trenes, imitando con sus brazos bielas y émbolos. Hacía cambios de línea y enganchaba convoyes por los rieles de su enajenada imaginación.
Hubo otro -más reciente- de apellido Ortega. Se creía camión y transitaba por las calles, respetaba la señalización, se detenía en los semáforos y criticaba a los que cometían infracciones. Su destino estaba escrito: falleció atropellado.
Recordado era el "Tao", que se llamaba Gustavo. Pero el apodo era por un orangután que aparecía en la serie "La Pantera Rubia", que publicaba la revista "Okey". Imitaba las bandas militares, incluyendo las tubas, bombos y cajas de redoble. Una curiosa habilidad que muchos recuerdan.
También "El Chancho", llamado Aliro Gallo, que era conocido por sus ventas de sapolio, que cargaba en un saco. El mismo obtenía el sapolio en las vetas del cerro "El Ancla". Ocasionalmente vendía alcancías de yeso, que voceaba con algunos gritos hilarantes, pero impublicables.
"La Nenita", precursora de la minifalda, mostró sus rodillas rugosas y vivió sus sueños de infancia hasta que la parca la vino a buscar, en la década del 70. Junto a ella, "El cigarrito", vicioso empedernido del tabaco, a quien se lo llevó ese vicio. El "Rey de los Pavos", que cumplía funciones de hombre-sandwich, promoviendo los platos de algunos restoranes locales. Curioso: cantaba "La donna e móbile" con buen timbre de tenor. Alguna vez me hallé cara a cara con "Toribio", náufrago de cordura y sensatez.
Los loquitos de ayer, se fueron felices. No es ninguna locura dedicarles unas pocas líneas.
Jaime N. Alvarado García