Una mano a quien lo necesita
El número de refugiados ha crecido en la zona y es presumible que seguirá incrementándose. No cabe duda que el asunto debe ser observado. Los éxitos económicos y de desarrollo de nuestro país atraen a la población extranjera de todo tipo y así debe entenderse este fenómeno que atenta contra los Derechos Humanos más básicos.
Hasta junio de este año se habían recibido 195 solicitantes de refugio en la Región de Antofagasta, una cifra que impresiona considerando que se ha cuadruplicado durante los dos últimos años, según la Gobernación Provincial.
En prácticamente todos los casos, lo que buscan los refugiados es paz; la tranquilidad que no encuentran en sus países de origen y en esto Chile es un destino que cumple con esas condiciones.
Muchos de los inmigrantes vienen de sectores altamente vulnerables, o de sitios en guerra, como ocurre en zonas de Colombia donde aún operan las Fuerzas Armadas Revolucionarias -Farc-, o descolgados que amenazan, matan o secuestran a quienes no cumplen con sus exigencias.
Debe recordarse que Chile está en el puesto 27 del planeta como la nación más segura, convirtiéndose en la nación sudamericana más pacífica, seguido de cerca por Uruguay -en el 35-, de acuerdo a los informes elaborados por el Índice Global de Paz (IGP) de los años 2015 y 2016.
Y aunque América del Sur registra mejoras importantes es relevante reconocer que hay zonas donde hay aún mucho por hacer. El citado caso de Colombia es un ejemplo, pero no el único. Venezuela vive una crisis de seguridad, económica y política que también ha resultado nefasta para la paz social de ese país y caldo de cultivo para los desplazados. Es decir, aunque los niveles de conflicto internacional y militarización están localizados, no están agotados.
Ciertamente los éxitos económicos y de desarrollo del país atraen a la población extranjera de todo tipo y así debe entenderse este fenómeno que atenta contra los Derechos Humanos. Al tiempo, Chile debe mantener sus credenciales, toda vez que la seguridad y la paz no son un derecho garantizado, sino un objetivo a buscar, una condición que se construye con toda la sociedad.
El país sufrió por largas décadas con la agitación política y la violencia armada. Sabemos cuánto se sufre y se destruye la sociedad, lo que nos obliga a cuidar esta característica y a tender la mano con quienes la requieren, como víctimas del odio y la violencia.