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Guillier asegura que ya cuenta con las firmas para inscribir su opción

COYUNTURA. El senador dijo a medios extranjeros que le ha sido difícil relacionarse con los partidos que lo apoyan.
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El senador independiente Alejandro Guillier, apoyado por seis de los siete partidos de la Nueva Mayoría como candidato presidencial, anunció que ya reunió las firmas necesarias para inscribirse como opción a los comicios del próximo 19 de noviembre.

"El número de firmas ya está", aunque "tenemos que recoger muchas firmas que todavía están dando vueltas y revisarlas para que cumplan con todos los requisitos y no tengamos sorpresas en el Servicio Electoral", explicó.

Este proceso estará concluido en "una o dos semanas", precisó Guillier ayer en un encuentro con corresponsales extranjeros.

El trámite

Guillier, que inscribió su candidatura como independiente, tiene que presentar ante el Servicio Electoral al menos 33.000 firmas legalizadas ante notario. La decisión del periodista se fundamentó en la negativa del oficialismo de participar en primarias, algo que sí logró Chile Vamos. Piñera, en cambio, se midió y ganó en primarias al diputado Felipe Kast y el senador Manuel José Ossandón, a quienes derrotó por un amplio margen.

A juicio de Guillier, los partidos políticos chilenos adolecen de "una cierta rigidez para abrirse, con estructuras jerárquicas algo convencionales, y poca participación de las mujeres y de representantes de los pueblos originarios".

"Yo tengo que lograr un equilibrio muy difícil, entre una forma más transparente y horizontal de Gobierno y la tradición política", aseguró. "Va a ser un poquito traumático", reconoció.

Problemas de relación

"Los partidos todavía no han llegado a asimilar la profundidad de lo que les quiero transmitir. Ese va a ser mi desafío", admitió el senador.

El parlamentario dijo estar convencido de que cuando empiece a dar a conocer su programa de gobierno, será capaz de revertir la tendencia de los sondeos, que en estos momentos muestran una clara ventaja en la primera vuelta en favor del ex Presidente Sebastián Piñera.

Guillier demandó un recambio generacional en la política y dijo que "es algo insólito que tanto la derecha como el centro izquierda tiendan a que los Presidentes se repitan", en alusión a Michelle Bachelet (2006-2010 y 2014-2018) y Sebastián Piñera (2010-2014 y quien se postula para un nuevo mandato).

"Hemos llegado a un punto en el que el sistema político es incapaz de renovarse", aseguró. "El cambio no lo van a dar las cúpulas, sino las bases de los partidos", resaltó.

Quejas por la prensa

El candidato que dejó en el camino al ex Presidente Ricardo Lagos y a José Miguel Insulza se quejó del tratamiento que estaría recibiendo de la prensa, al señalar que "los medios están alineados, algunos de forma consciente, y otros porque no tienen capacidad de editorializar y siguen el baile de los grupos que están dirigiendo".

"Yo no puedo contar con los medios masivos. Ese es otro problema que tengo. La Nueva Mayoría nunca tuvo política de medios, pero yo no puedo hacerme cargo de algo que ya no se hizo", puntualizó.

Según él, "los partidos políticos tienen que tener medios de comunicación. La derecha los tiene y los usa cuando tiene una opción de ganar o siente que sus intereses se ven amenazados".

Abajo en las encuestas

Con unos 10 puntos de diferencia ante Piñera -que lidera los sondeos con 25% de las preferencias de varios estudios, Guillier piensa que la centroizquierda puede derrotar a la centroderecha en las elecciones del 19 de noviembre, que decidirán al sucesor de Michelle Bachelet. "Confío mucho en el sentido común de la ciudadanía", dijo Guillier, que también debe enfrentar a otros candidatos de izquierda, como Beatriz Sánchez y Marco Enríquez Ominami.

Elizalde rechaza crítica al rol del PS

Al participar en el pleno del comité central del PS, el presidente de ese partido, Álvaro Elizalde, desestimó las críticas de algunos dirigentes socialistas al rol de la tienda en la campaña presidencial de Alejandro Guillier. "Esto no es un tema de protagonismo, sino de convicciones", comentó al respecto. Para el ex ministro, "es importante que todos participen activamente en la campaña. Aquí lo que se requiere es un compromiso de trabajo y nosotros vamos a cumplir y honrar nuestra palabra y vamos a trabajar activamente".

La novela educativa

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El otro día recordaba mi experiencia como profesor con una colega que se manifestaba amante de su profesión. Hacía tiempo que no pensaba ni me acordaba de eso, que debo reconocer me incomoda. He pasado por momentos de amor y de odio con mi ex profesión. Lo concreto es que pagué toda mi carrera, vía crédito fiscal y no trabajé mucho tiempo en pedagogía y no jubilaré en el gremio. Nunca pude combinar bien mi pega de escritor con la de profe, nunca fueron actividades complementarias. Lo concreto es que tuve hermosas experiencias y otras muy humillantes, pero estas últimas se marcaron con tinta indeleble.

Por eso nunca he mirado con buenos ojos la discusión sobre la reforma educacional, hay tanto cinismo y mucha ansiedad aspiracional que distorsiona todo. Hay mucha cuestión extraeducativa, ya sea de reivindicaciones de los alumnos o de los docentes, que omiten los procesos educativos propiamente tales y los modelos de escuela (el paradigma de la relación enseñante). Nunca percibí preocupaciones estructurales relativas a la filosofía educativa o a la cuestión antropológica. Siempre se parte de algo dado por sabido que es la "calidad de la educación", un estado de gracia al que hay que llegar.

La llamada "buena o calidad de la educación" se resuelve asumiendo criterios tradicionales de instrucción y en la obsesión tecnologizante, y, por cierto, en la concepción pedagógica como trampolín social y de ubicación laboral. La cosa se podría resumir en un universitarismo patético que mitologiza el profesionalismo a ultranza, obviando elementos clave de la modernidad (y de la concepción del sujeto humano, tanto en su dimensión privada como pública).

Es paradojal que viviendo en una sociedad de mercado, en que se supone que las ofertas de mundo pasan por el espejismo de la diversidad de productos a la mano del consumidor, la educación sea tan uniforme; es decir, más o menos lo mismo para todos. Los colegios y las universidades pugnan por ser lo más parecido a un raro modelo canónico misterioso, y una certificación que te convierte en sujeto educado. En este contexto ser profesor es algo banal e hipercodificado, la simple reproducción de una ideología del desarrollo. Ni siquiera hay que citar el clásico juicio de Paulo Freire sobre la educación bancaria.

En realidad, no pretendo hacer teoría de la educación ni reflexionar profundamente sobre políticas educacionales, ya no quiero eso nunca más. Sólo quiero recordar que yo me dediqué a la escritura, porque fracasé como profesor, al menos esa siempre ha sido mi sensación, es decir, nunca pude adaptarme al modus operandi profesoral. Siempre sentí que había una modelo de subordinación que hacía del gremio un colectivo sospechoso, a pesar de la supuesta combatividad del Colegio de Profesores que creo representa a un mínimo de docentes.

¿Qué significa ser profesor? El sentido común es nuestro peor aliado para responder esa pregunta. Se ha mitificado mucho la labor docente. Lo que sí está claro es que han mejorado sus ingresos, aunque es probable que las condiciones en que muchos desarrollan su labor docente ha empeorado. Yo hacía clases en la enseñanza media y los adolescentes, de un tiempo a esta parte, no son un grupo etario muy interesante ni especialmente propositivo, claramente les ha tocado un mundo bastante perverso y competitivo, y ellos tienen un lugar para nada secundario a nivel de presión social, lo que los hace muy demandantes, además de unos compulsivos consumistas de todo tipo de iniquidades y, por cierto, violentos y arrogantes. Puede que uno resienta el hecho de que ellos sí comparten el poder con otros grupos, se ganaron esa pertenencia a la elite.

Por supuesto que la imagen que me hago de los adolescentes es totalmente subjetiva y tiende a algo que no es muy inteligente, a la generalización. Lo asumo, lo que ocurre es que no puedo evitar dejarme llevar por una suerte de ajuste de cuentas por mi mala experiencia. Aunque quizás soy muy duro conmigo mismo y con los jóvenes en edad escolar. No puedo dejar de recordar algunas buenas experiencias, paradojalmente con adultos obligados a terminar su enseñanza, porque el sistema laboral se los exigía; esto cuando debí hacer clases nocturnas. Porque de día claro a profesores como uno no los contrataban.

Debo reconocer que he escrito muchos relatos cortos sobre tema educativo, todos relacionado con experiencias en las pequeñas ciudades en que me tocó habitar, enclaves urbanos en que después de los médicos y los abogados (los otros profesionales no se notaban, porque había muy pocos), venían los profesores en la jerarquía local. Todos tenían automóvil, yo era el único que andaba en bicicleta y los alumnos me hacían bulling por eso.

Marcelo Mellado

* Escritor y profesor de Castellano. Es autor de "La batalla de Placilla" .