Bosques y algo más
Frezier refiere que en 1712 había cerca de Calama un bosque de algarrobos, en terrenos que hoy son desiertos. San Román vio en la parte sur del desierto de Atacama, entre arenas, un bosque de algarrobos muertos. Eran extraídos para servir de leña. Plagemann señala la existencia de bosques de algarrobos cerca del pueblo de Tarapacá. Las gentes de esa población alimentaban sus rebaños de ovejas dejándolas comer los frutos de algarrobos.
Cuando entró Pedro de Valdivia, encontró en Copiapó (valle de la Posesión) un enorme bosque que le valió al lugar el nombre de San Francisco de la Selva. El bosque de tamarugos que le dio nombre a la Pampa del Tamarugal, Tarapacá, consta de varias crónicas y es sabido que desapareció consumido por el hombre en la industria salitrera. Lo mismo se puede decir para muchas otras partes, lo que configura una imagen diferente de esta tierra en sus épocas pasadas.
Codpa fue valle de españoles desde los primeros tiempos de la Conquista. Se refugiaron en estas tierras de vida más sana y próspera que en los valles costeros, infectados por la malaria. Entre las familias fundadores de la españolización local, están los García, Zavala, Monzón y Perea, apellidos que aún subsisten en Arica. Este influjo español, aislado en medio de un valle cerrado, hizo que el cacique Diego Felipe Cañipa traicionara a la sublevación de Tupac Amaru, 1780, por conseguir la independencia de España, y permaneciera fiel al rey, lo que le significó morir desollado en la plaza del pueblo.
Covaderas de Iquique. Frezier, en su Relación de Viaje por el Mar del Sur, se refiere a la importancia de la explotación del guano que se hizo en Iquique en la Colonia. Refiere que se cargaban anualmente doce buques, que los llevaban hasta Arica, donde los españoles lo empleaban como abono en los valles agrícolas de Azapa y Lluta. Asegura que esta explotación se realizaba ya desde el siglo 17.
Nota: Mario Bahamonde, autor taltalino, Miembro Correspondiente de la Academia Chilena de la Lengua.
Mario Bahamonde