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Karen Paulina Rojo Venegas

Historias de vocación y servicio marcan Juramento a la Bandera

EJÉRCITO. 641 soldados, varones y mujeres, participarán hoy en tradicional ceremonia en la Plaza Colón, acto que además coincide con los 200 años del emblema patrio.
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Defender a Chile y su gente hasta rendir la vida si fuese necesario será el juramento que hoy realizarán 641 hombres y mujeres del Ejército a las 11 horas en la Plaza Colón, acto que además coincide con los 200 años de la instauración de la bandera nacional.

El juramento se realiza los días de conmemoración del Combate de La Concepción, una de las hazañas más grandes del Ejército de Chile en su historia, ocurrida entre el 9 y 10 de julio de 1882 en la Sierra peruana, en plena Guerra del Pacífico, donde 77 soldados nacionales, al mando del capitán Ignacio Carrera Pinto, sacrificaron sus vidas en encarnizado combate a fin de mantener el pabellón nacional en alto.

Así lo señaló el comandante en jefe de la I División de Ejército, general de brigada Rafael Fuenzalida Carmona, quien explicó la importancia de esta tradicional ceremonia.

"Al pronunciar las palabras del juramento, llevamos a cabo un acto de pleno sentido personal cuya trascendencia debe tomarse en consideración durante toda la vida", sostuvo.

Al mismo tiempo explicó que el juramento debe realizarse "con el gesto y el tono apropiado a la trascendencia y la integridad moral que se pone en juego".

Vigilia

Las actividades oficiales por el Juramento a la Bandera comenzaron anoche en el Campo Militar Antofagasta, donde los soldados participaron de la tradicional vigilia de armas en un acto ecuménico a cargo del capellán de la I División de Ejército, capitán Luis Vásquez, acompañado del pastor evangélico Luis Roa.

Durante la vigilia, los soldados que hoy jurarán reflexionaron sobre el compromiso con la patria y lo que significa defender a Chile hasta las últimas consecuencias.

De los 641 soldados que participarán en la ceremonia en la Plaza Colón, 15 son oficiales de línea, 41 del cuadro permanente, 147 soldados de tropa profesional, 404 soldados conscriptos y 18 son reservistas.

Entre estos últimos destaca la alcaldesa de Antofagasta, Karen Rojo Venegas, quien realizó exitosamente el curso de instrucción y hoy jurará como oficial reservista.

Además de la ceremonia del juramento, se celebran 200 años desde que se instauró la actual bandera como el emblema oficial del país.

Su confección se atribuye a un reconocido comerciante del centro de Santiago, Pedro Chacón y Morales, abuelo materno de Arturo Prat Chacón, quien en 1817 comienza a izarla en la intersección de las calles Compañía con Huérfanos, cada vez que las fuerzas independentistas conseguían una victoria.

El 1 de julio de 1974 se fija oficialmente al 9 de julio como el Día Nacional de la Bandera Nacional.

"Son los valores del Ejército los que me llevaron dejar mi trabajo y empezar a vestir el uniforme"

El capitán Rodrigo Argomedo decidió sólo hace algunos meses unirse al Ejército. Abogado de profesión, trabaja en el área administrativa de la institución, pero su deseo era vestir el uniforme. Oriundo de Iquique, se desempeña como oficial de justicia en Antofagasta, continuando así una tradición familiar. "Mi padre es un suboficial retirado y mi hermano es un oficial de línea en la Infantería. Son los valores del Ejército los que me llevaron a vestir el uniforme", sostuvo. Fuera del regimiento Argomedo disfruta de los momentos libres con su esposa, a quien conoció en noviembre del año pasado y con quien vivió un "amor fulminante" . "Todo fue súper rápido. La conocí en Santiago en la Auditoría General del Ejército y nos enamoramos. Ella dejó todo para venirse conmigo a Antofagasta", relata.

JÓVENES QUE OPTARON POR LA VIDA MILITAR

La cabo Karen González, nació en Talcahuano y se emociona al recordar a su familia en el sur y a su esposo, marino embarcado en Valparaíso. Es que las destinaciones lejos del hogar son una de las oportunidades de mayor crecimiento para los integrantes del Ejército. González reconoce que la pasión por defender al país y la bandera es más fuerte. "Vengo de familia de uniformados, la familia de mi mamá es de la Armada. Pude entrar ahí, pero decidí por el Ejército y fue lo mejor que me pudo haber pasado", dijo. Llegó a la ciudad porque "no le quedaba de otra", según ella misma comenta. Agrega que la distancia con su esposo es una de las cosas que más le complican, pero le da motivación al mismo tiempo. "Él pasa tiempo embarcado, y nos acostumbramos a eso, pero es fuerte. Lo bueno es que el Ejército es como una familia y apoyan harto".

"Entré a la Escuela Militar porque quería hacer algo distinto. Trabajar y ayudar a la gente"

Hace cerca de un año el subteniente Andrés Yuraszeck llegó destinado a la ciudad y de inmediato comenzó a dejar una huella. Es que con sólo 23 años, este santiaguino se caracteriza por su vocación de enseñanza, que vuelca hacia los conscriptos, y también a sus mayores. "Yo entré a la Escuela Militar porque quería hacer algo distinto. Trabajar y ayudar a la gente de distintos estratos sociales, con la realidad chilena y servir al país", explicó. Especializado en tripular tanques, en sus tiempos libres se dedica a enseñar o hacer clases a sus conscriptos. "Ellos siempre van a acudir por consejos, al ser uno un oficial. No solamente en lo profesional, sino también en los temas personales. Es ahí donde debemos apoyar", manifestó.

Hace tres meses que Kamila Carvajal, de 19 años, está en Antofagasta. Reconoce que no es fácil, y que más de una vez ha llorado extrañando a su familia en Copiapó. Pero su deseo era ser soldado y la opción más cercana era realizar el servicio militar en la ciudad. Así, junto a otras 12 mujeres de la capital de la Tercera Región, se trasladó a Antofagasta con el sueño de vestir el uniforme. Desde pequeña le gustaba el mundo militar y estar en el Ejército es el gran orgullo de su madre y familia. "Siempre fue el sueño de mi madre, pero en ese tiempo no había mujeres en el Ejército. Siento que el servicio militar es una etapa maravillosa. Desde que entré, sentí que me iba a gustar", sostiene. Al mismo tiempo, comenta que sus compañeros de armas se transformaron en su nueva familia, un fiel reflejo de la unión de quienes integran esta institución.

"Pude entrar a la Armada, pero decidí el Ejército, y fue lo mejor que me pudo haber pasado"

"Siento que el servicio militar es una etapa maravillosa. Desde que entré, sentí que me iba a gustar"

"Siempre me llamó la atención ayudar a la gente y el material que tiene el Ejército"

Tiene solamente 24 años, pero la subteniente Natalia Cadet ha vivido casi toda su juventud con el uniforme del Ejército. Apenas dejó sus estudios secundarios, ingresó a la Escuela Militar con el sueño de ser la primera integrante de su familia en pertenecer a las Fuerzas Armadas. "Mi papá hizo el servicio militar y quedó enamorado de esta carrera, pese a que no siguió, y eso me motivó. Además siempre me llamó la atención el combinar la vida con el deporte, ayudar a la gente y el material que tiene el Ejército", dijo Cadet. Pero lo que más destaca la subteniente es el espacio que le ha dado la institución a las mujeres. "Nos han empezado a valorar, se fueron creando espacios. Desde este año están participando en distintas áreas más activamente, cosa que antes no sucedía tanto", indicó.

"Mi abuelo pertenecía al Ejército y eso me motivó desde pequeña. Y esto se ratificó después estando en la alcaldía. Ahí ratifiqué mi compromiso con el servicio público", comenta la aspirante a oficial de reserva, Karen Rojo Venegas, quien también es la máxima autoridad de Antofagasta. Rojo reconoce que otra de las cosas que la motivó a realizar el curso de reservista fue su disciplina, señalando que siempre fue ordenada, tanto en su vida escolar, como en la universitaria y profesional. Pero las diversas actividades propias de su cargo en el municipio, más la campaña a la reelección del año pasado, dificultaron su participación en el curso, por eso agradece a la institución las facilidades recibidas. "Fue complicado en cuanto a los tiempos. Tenía que compatibilizar todo. Pero en el Ejército me ayudaron en ese sentido", precisó.

"Es complicado enseñarle a los más jóvenes, porque algunos vienen de familias con problemas sociales"

Su deseo siempre fue venir a conocer el Ejército en el norte. Nicolás Córdova dejó su familia en Chillán para cumplir este objetivo y crecer. Desde enero está en la ciudad, donde cumple funciones en la infantería, instruyendo a los soldados conscriptos. "Es complicado enseñarle a los más jóvenes, porque algunos soldados vienen de familias con problemas sociales. Ahí uno debe conocerlos y motivarlos, además de ayudarlos en lo que se pueda", afirma. Córdova reconoce que una de las mayores dificultades durante su permanencia en el norte ha sido la distancia con su familia y el clima en verano, algo a lo que no estaba acostumbrado. Las largas horas de descanso las dedica a realizar ejercicios o escuchar jazz. "Es una música que me relaja", reconoce.

"Mi abuelo pertenecía al Ejército y eso me motivó desde pequeña. Esto se ratificó en la alcaldía"