"La Tía Poly"
La Tía Poly se ha dormido en los brazos amados del Señor. Su alma ya descansa con la paz de los seres buenos, que han cumplido su misión entre nosotros. Seguramente, la sonrisa de siempre ilumina su rostro dormido.
Pero, ¿quién es la Tía Poly? En el mundo San Luisino, su recuerdo permanecerá imborrable. De su vida privada, sabemos muy poco, porque era muy reservada. Sabemos que no tenía hijos propios, pero ¿para qué los necesitaba, sí tenía cientos de hijos de las distintas generaciones a las que enseñó?
Para quienes tenemos hijos que estudiaron en el colegio San Luis, ella es casi una institución, tal como el Beto Plaza o el Huacho Ocampo y otros maestros emblemáticos. Por años tuvo a su cargo el primer año básico. Fueron muchas generaciones de pequeños que, incluso, iban por primera vez al colegio. Allí estaba ella, la Tía Poly, quien, con una paciencia inigualable, sabía enseñar, corregir, consolar, regalonear, en fin, todo aquello que es el mundo escolar que esos pequeños están iniciando.
Entre los recuerdos, un ex alumno que entró a tercer año al San Luis, cuenta que cuando salían a recreo, todos los niños corrían a saludar a la Tía Poly. El también lo hacía, recibiendo el cariño de la querida educadora.
Otro ex alumno recuerda lo entretenido de sus clases, su buen ánimo, su alegría de vivir y enseñar.
Otro, recuerda la paciencia inigualable de la Tía, para atender cuarenta niños. Y, con emoción destaca el cariño con que los trataba, el cariño con que los introducía en el maravilloso mundo de las letras, las palabras, los números. Inolvidable Tía Poly.
Como dijo Gabriela Mistral en su "Oración de la Maestra"
Señor, dame el ser más madre que las madres, para poder amar y defender como ellas lo que no es carne de mis carnes.
Señor, dame sencillez y dame profundidad; líbrame de ser complicada o banal en mi lección cotidiana.
No le gustaban los halagos, los regalos, menos los homenajes.
Por eso, hoy le dedico mi recuerdo de madre agradecida a esa querida y sencilla maestra que enseñó a leer y escribir a mis hijos.
¡Hasta siempre, Tía Poly!
María Canihuante