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Falta de sueños, falta de política

¿Dónde estará Chile el 2050? ¿Dónde estará Antofagasta el 2050? ¿Alguien lo sabe? ¿Alguien lo ha imaginado? La clase política está muy al debe. Pocas veces escuchamos a los políticos de hoy afirmar que los chilenos debemos trabajar más y mejor o que debemos aplicar mayor inteligencia a nuestros procesos. Es más fácil oírlos quejándose.
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Es posible que la capacidad de soñar sea uno de los fenómenos más llamativos del último tiempo en el país. Es curioso, pero la mayoría de los mensajes de los presidenciales y la clase política son sólo reclamos, pero escasas propuestas.

Los sueños no pueden confundirse con los anhelos, aunque se parecen, o los comentarios descriptivos, sino que deben entenderse como una muestra de lo posible, si se tiene un programa y un desarrollo que pueda concretarse.

Si lo anterior fuera efectivamente cierto, bien podríamos decir que el gran problema del país es político, vale decir, de propuestas, de discusión, de idearios que superen lo que la gente quiere escuchar y avancen hacia algo más que las frases cliché o los cómodos análisis. Pocas veces oímos a los candidatos tomarse en serio las cosas, como la educación, el trabajo, la economía, la tecnología, o el desarrollo empresarial.

Rara vez los escuchamos afirmar que los chilenos debemos trabajar más y mejor, que debemos aplicar mayor inteligencia a nuestros procesos, o invertir en investigación. Por el contrario, los discursos regularmente están referidos a criticar lo que no tenemos y prometer sobre la base de presuntos derechos establecidos y confundidos como verdades.

El país requiere más profesionales, pero que hagan algo distinto, no lo mismo, requiere innovación, exige mayor esfuerzo y de eso no estamos hablando, presumiblemente porque no da votos y porque es impopular. Lo incorrecto del análisis es primero desde lo ético, desde lo correcto, y segundo, desde lo que puede observarse en un mundo que está transformándose a pasos agigantados y la oferta de nuestra clase política es pobre o inexistente.

¿Dónde estará Chile el 2050? ¿Dónde estará Antofagasta el 2050? ¿Alguien lo sabe? ¿Alguien lo ha imaginado?

Es allí donde la clase política debe leer al país, al mundo y cambiar lo posible, mostrar una senda, delinear un camino que hasta hoy no aparece, mientras abundan los lamentos, las quejas y los análisis carentes de contenido.

Yo soy un inmigrante El origen

"Se hace imperativo, replantearse las estructuras y mecanismos en cómo el poder se ha ejercido". "El solo hecho de nacer en una ciudad, no lo hace merecedor de sitiarse en un tribunal que juzga a los inmigrantes".
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El día martes pasado, en la Cámara de Diputados, se rechazó el artículo que permitía para este año, iniciar la elección de gobernadores regionales, cuestión que generó una serie de reacciones y críticas, centradas en la búsqueda de respuestas de aquellos parlamentarios que votaron en contra.

No obstante lo anterior, el análisis acerca del proceso de descentralización, no puede prescindir de las consideraciones relacionadas con la forma en cómo, históricamente, en lo relativo al establecimiento de importantes estructuras institucionales, se ha ejercido el poder en Chile, caracterizado por estar apartado de una lógica comunitaria y que ha sido generador de cambios políticos profundos en contextos no democráticos. Esos elementos, han determinado una institucionalidad, configurada por Constituciones otorgadas y de órganos que no escapan en su estructura y funcionamiento, de la jerarquía que los caracteriza. Así ocurre con la Administración del Estado y las confianzas que recaen sobre el Presidente de la República. Algo similar se presenta en el Poder Judicial, en lo referente a su estructura y tensiones en el ejercicio de competencias de la Corte Suprema, en relación a la delimitación de su superintendencia económica. Así, también, tratándose de órganos de control del poder, respecto de su integración, éstos no escapan de la intervención del poder central, convirtiéndolos en actores relevantes en el funcionamiento de la vida política centralizada.

De esta forma, en un sistema democrático, la participación de sus actores, se ha restringido al intento de reformar aquella institucionalidad rígida, excluyente de la deliberación ciudadana, desde su origen.

El proceso de descentralización, es algo que no queda fuera de esa realidad y de las decisiones políticas que se toman para organizar un país, tales como el reconocimiento de mayor poder a las regiones. Por ende, la discusión no sólo debe enfocarse en el área chica, en la búsqueda de respuestas personalizadas de aquellos que votaron en contra, sino que se hace imperativo, replantearse las estructuras y mecanismos en cómo el poder se ha ejercido, cuestión que supone partir por un cambio de la norma que establece el marco político y jurídico, es decir, la Constitución Política.

El intento de velar por la descentralización de nuestro país, no se puede divorciar del análisis crítico acerca de la forma del ejercicio de poder, y de la institucionalidad vigente, reproductora de estructuras jerarquizadas y centralizadas. No hacer eso, implicaría entender que el intento de descentralización, sería algo aislado de los problemas estructurales del Estado, y que sólo obedecería a las emociones de quienes vivimos en regiones, territorialmente distanciadas de la capital.

El calificativo de inmigrante, es aplicado a una persona que llega a un país o región, diferente de su lugar de origen, para establecerse en él, temporal o definitivamente. O sea, existen inmigrantes internos y externos, pudiendo ser estos chilenos o extranjeros. Hago esta referencia para abordar el tema de la inmigración, el que reiterada y negativamente se toma la agenda ciudadana.

Personalmente, llegué a la ciudad, hace ya casi 38 años, después de vivir y trabajar siempre en Santiago. ¿Y por qué recalé en Antofagasta? Simplemente porque en la Capital, la situación económica por la que atravesaba la empresa de la cual era socio, ya no daba para más y había que buscar alguna oportunidad de trabajo en otra parte.

Tuve suerte. Una importante consultora publicó un aviso requiriendo un profesional que calzaba con mi perfil y luego de variadas entrevistas fui elegido para el cargo. Mi fortuna fue mayor. La empresa que me contrató fue Inacesa, en la que laboré por 36 años, cumpliendo una serie de responsabilidades ejecutivas y a la que le debo gran parte de mi desarrollo tanto profesional como personal. Por la clara vocación regionalista que demostraba la empresa, tuve el privilegio de contar con su irrestricto apoyo en la participación como fundador de la Delegación de Antofagasta de la Cámara Chilena de la Construcción y como creador de la Corporación Pro Antofagasta, Proa, dos instituciones señeras en sus respectivos campos de acción.

Más de la mitad de mi vida ha estado ligado a esta ciudad y cuando me preguntan de dónde soy, digo simplemente "de Antofagasta", la que considero mi ciudad, a pesar de no haber nacido en ella. Al respecto, estimo que el solo hecho de haber nacido en una determinada ciudad, no lo hace merecedor de sitiarse en un lugar de honor en un tribunal que juzga a los inmigrantes. Creo que quienes adoptan esta actitud, se deben preguntar primero si sienten identidad con la ciudad y como contribuyen a ella a través del arraigo, respeto y orgullo.

No tengo los méritos, aporte ni trascendencia de personajes, que son calificados en justicia de forjadores de Antofagasta, como Isaac Arce, el alcalde Poblete o Monseñor Silva Lezaeta, entre muchos otros. Los cito porque ninguno de estos prohombres nació en Antofagasta o sea fueron inmigrantes y nadie podría discutir los aportes que cada uno de ellos hizo por la comunidad local.

¿Quién posee la clarividencia para pronosticar el comportamiento futuro de los recientes inmigrantes? Yo no la tengo, pero soy optimista al pensar que la mayoría de quienes llegamos de afuera, lo hacemos con la mejor disposición de contribuir honestamente con la ciudad que nos acoge.

Bruno Aste Leiva

Académico Facultad de Cs. Jurídicas Universidad de Antofagasta

Carlos Tarragó

Presidente de proa Antofagasta