Varamientos y naufragios
Cuando hablamos del mar, evitamos referirnos a las tragedias provocadas por los hundimientos de los vapores o motonaves que surcaron nuestras aguas. Algunas se incendiaron. Otras, encallaron y terminaron hundidas o desguazadas. Todas -eso sí- pusieron su nota de dramatismo y fueron titulares obligados de primera plana.
Bajo las aguas de nuestro Golfo de San Jorge y en diversos puntos de la costa cercana, existen varias decenas de pecios. Naves que hallaron en el fondo del mar el lugar para su eterno reposo y que -entre sus hierros- se llevaron los restos de muchos infortunados tripulantes.
Solo en el área de Paposo existen varios registros de naufragios. Es el caso de las barcas "Ernesto", "Inspector", la "GN Wilcose" (cargada con dinamita) y los vapores "Valdivia" y "Huelén", (1944) estos dos últimos con muchos muertos y desaparecidos.
Aquí en nuestras aguas, terminaron en el fondo los vapores "Maipo" (en la barra); la barca "Cromartyshire" se hundió en Punta de Tetas. Frente a la playa "Paraíso" yacen los restos del vapor "Aromo" y la barca "Adela", cargada de durmientes, se fue a pique en la Isla "Santa María". Del velero "Sofía", (1927) aún quedan restos frente a la Plaza de los Eventos. La goleta "Inoa" ardió y se hundió en Punta de Jara en 1952. El "Blanquita", cargado con cervezas, se hundió en 1960 cerca de "La Aguada", en Morro Moreno.
Frente al Hotel "Antofagasta" quedó el remolcador "Goyita", y el ex ballenero "Indus 5". Y muy cerquita, el "María Elizabeth", que ardió dentro de la poza. Fue una tragedia conmovedora y la ciudad fue testigo del hecho. Más tarde, el "Pilar", que ardió en la bahía en 1956, fue desguazado y sus restos vararon en la Caleta del Cobre.
Nuestras aguas guardan una verdad casi ignorada. En las profundidades del mar antofagastino yacen sumergidas aquellas naves que alguna vez surcaron el Pacífico y cuya recalada postrera las dejó aferradas a nuestra memoria, ancladas para siempre al historial marítimo de la Bahía de San Jorge.
Jaime N. Alvarado García