Antofagasta, mar y pintura
La historia del arte se inició en los petroglifos, geoglifos y pictografías. Los primeros artistas plásticos del litoral, los changos, en la Quebrada del Médano, plasmaron pictografías en rojo sangre, en que avistaban desde las profundidades mirando hacia la superficie, las grandes presas en movimiento bañadas por el resplandor solar. El año 60, en la quebrada de Huatacondo, vi en un petroglifo un chango navegando una balsa de cuero de lobo. El mar no se divisaba por ningún lado. ¿El mar había retrocedido o la imagen indicaba un camino?
Las relaciones entre el mar y los artistas que laboran en el litoral nortino no han sido fáciles; el litoral es el borde de una realidad distinta, atrayente y compleja, que ha ocupado gran parte del quehacer plástico del artista local o de los que provienen del sur.
La estructura urbana de Antofagasta fue concebida desde sus inicios de espaldas al mar, mirando hacia el desierto. Hoy la ciudad ha ido reconquistando la visión de su más bello y gratuito espectáculo: la Bahía de San Jorge con Cerro Moreno y Coloso vigilando su rada y en lo alto su fábrica permanente de nubes… y sus maravillosos atardeceres.
Desde los precursores como César Soto Moraga y luego la Sociedad de Bellas Artes con Nicolás González, Osvaldo Ventura y otros, el mar está presente. De los años 60, recuerdo los primeros dibujos de Jorge Flores con los barcos en la bahía, sumidos en la sombra por el contraste del resplandor solar de la tarde, con un parentesco con las marinas que hoy pinta Marko Franasovic, interrogando olas.
Tanto Pedro Miranda como Ronald Clunes y Avelino Sanhueza, quien hoy paisajea y reinterpreta nuestro mar buceando en las profundidades del subconsciente, tienen notables marinas.
Francisco Medel y pintores de Los del Norte, con al aporte de los arqueólogos, han vuelto a las fuentes, cabalgando las balsas de cuero de lobo, recordándonos que las relaciones del arte con el Mar la iniciaron los changos, verdaderos fundadores de Antofagasta, Taltal, Mejillones.
¡Oh, bello mar de Antofagasta!
Waldo Valenzuela Maturana