"Casualidad o causalidad"
comentarista
deportivo
Moses Malone (60), Darryl Dawkins (58), Roy Tarpley (50), Antony Mason (48), Jerome Kersey (52) y así, una decena de ex-jugadores NBA fallecieron el año 2015. Todos ellos entre 48 y 65 años lo que hicieron saltar las alarmas. Si bien la esperanza de vida en los EE.UU. para los hombres es de 77.4 años, en los deportistas de élite baja a los 67.
Sin embargo la media de la NBA es de 81 años. Así era hasta el 2015, en que sucedió esta oleada de muertes por infarto agudo al miocardio de jugadores de la década de los 80 y 90 lo que ha activado un plan de emergencia para intentar reducir y encontrar explicaciones a estas muertes. Habrá chequeos cardiacos a los ya retirados en edad de riesgo y se han contratado seguros médicos.
Pero se barajan tres opciones. A) Los trastornos de la retirada. El jugador mientras compite come en grandes cantidades, pero al retirarse y llevar una vida sedentaria no se cuida y aumenta de peso llegando hasta la obesidad en muchos casos.
B) El uso de sustancias dañinas como la cocaína y anabolizantes. En los años 80 el uso de anabolizantes fue exagerado en todos los deportes. El control antidopaje en la NBA es muy laxo ya que permite a los jugadores elegir a que legislación adherirse. Ellos optan por la casera, ya que si el resultado es positivo, éste es trasmitido a la federación y luego a la NBA que es una empresa privada que tiene absoluta autoridad si hace público o no ese resultado.
C) El aumento de la dureza en la competición. En esa década de gloria de los fallecidos, coincidió con una transformación del baloncesto y lo hicieron más físico, más duro, en definitiva más malsano. En el deporte profesional muchas veces se antepone el resultado a la salud, pero el riesgo aumenta si se multiplican los contactos. Al desgaste de las caderas y rodillas es elevado y se ha comprobado que los excesos físicos aumentan las arritmias cardiacas.
¡Cuerpos rotundos y corazones tan frágiles!
Alberto
Pescio