La euforia de la mañana: Chris Cornell
Ayer debía terminar la columna correspondiente a esta semana; sin embargo, al despertar con la lluvia cubriendo la capital y revisar mi teléfono, como cada mañana, algo se movió en mí. Murió Chris Cornell, voz desgarrada e ícono de Seattle, uno de los últimos de su generación, nuestra generación.
Decidí dejar el escrito anterior y realizar éste: un homenaje a Cornell.
Cuando los discos soportan tu vida, parece ser que los músicos comienzan a ser parte de ti; como amigos, "socios" que se transforman en gente cercana; es casi como conocerlos, como ser parte de lo mismo. Nunca lo conocí en persona, ojalá haberlo hecho, aun así, influenció de manera importante lo que vengo haciendo por años.
Cornell logró eso en mí y probablemente en cientos de personas alrededor del mundo; desde su rabiosa voz en Soundgarden en la década de los noventa y posteriormente sólo con la sutileza de la guitarra acústica y la voz.
"Euphoria Morning" (1999), fue el primer disco de Cornell que comenzó a dar a conocer una sensibilidad que siempre rozó con la melancolía/fragilidad personal. La fractura interna comenzó a notarse, más clara y directa al igual que sus canciones y letras. Nunca antes estuvo tan solidamente frágil en su música. En "When I'm down", Cornell no teme a la melancolía que lo sostiene: "I know you hold precious little hope for me, and in your hapiness, I'm always drowning in my grief".
En los últimos años Cornell cantó solo, desnudo y expuesto; reversionando canciones de sus influencias y de otros músicos; con la seguridad que los años otorgan. Volvió al origen, a su raíz; incluso a su look ermitaño de leñador de bosque; no hizo concesiones con la industria musical actual, quizás mostrando (nos) que al final de la vuelta, encontrarse con la esencia de uno mismo, es el camino.
Las nubes oscuras de hoy jueves se han sumado al homenaje, silenciosas allá arriba, serán el soundtrack perfecto para despedir a Cornell. Hoy somos cientos que volveremos a tus discos, tu voz nuevamente algo nos dirá.
Adiós Chris, tu amigo C.
Carlos Montivero,
músico y gestor cultural