Por redes sociales circulan artículos muy lúcidos, uno de ellos sostiene que cuando dos aerolíneas trazan su estrategia de competencia a base de advertir los peligros de volar con el otro, y sistemáticamente lo reafirman de todas las maneras posibles. Finalmente, los pasajeros terminan optando por viajar en autobús.
El ejemplo aplica a lo que se anticipa como la campaña presidencial 2017, en la que ya apreciamos cómo las candidaturas que debieran representar al mundo de la centroizquierda, comienzan a repetir este arriesgado libreto, y en consecuencia probablemente sucederá que los pasajeros tal vez no decidan cambiar su forma de volar, sino simplemente dejen de volar, es decir, no votar.
Es evidente que las respuestas que demandan los problemas estructurales de nuestro país, requieren para su solución efectiva un proyecto de país pensado en el largo plazo, la decisión de avanzar sin pausa hacia ese horizonte y la construcción de una fuerza cultural de tal envergadura, que sea capaz de enfrentar la raíz misma de un sistema económico y social profundamente injusto y desigual.
Frente a esta tarea, no caben exclusiones ni vetos de ninguna especie, los acuerdos no se logran sobre la base de amenazas, ni de imposiciones, y mucho menos cuando se trata de articular consensos básicos para derrotar la pobreza y la desigualdad, sobre derechos sociales, regionalización, acceso a oportunidades, nueva constitución y tantos temas que urge empezar a resolver en esta generación.
Todavía estamos a tiempo, para demandar de nuestros líderes, la cuota necesaria de realismo, y exigirles que miren más allá de sus legítimas aspiraciones partidarias, y vean el horizonte que podemos construir, el país mejor que podemos tener. Todos los liderazgos de centroizquierda, deben ser capaces de conducir en tiempos de crisis, con una cierta mirada de país que busque seducir a quienes, transformados en exigentes consumidores, dejaron de mirar con malos ojos la posibilidad que el mercado lo resuelva todo.
No se trata de un acuerdo de todos en contra de aquello no tiene sentido, ni convoca, sino que se trata de una voluntad mayoritaria para hacernos un futuro muchísimo mejor para todos y todas. Aun hay tiempo para dialogar, para buscar acuerdos y articular respuestas inteligentes y creativas, porque esta vez en serio tendremos una elección histórica.
Jaime Araya Guerrero
Abogado