"Sex-appeal deportivo"
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Son jóvenes y ganan mucho dinero. Son los actuales referentes de las miradas de millones de personas. Por eso la moda se ha fascinado por estas modernas estrellas, sobre todo del fútbol. Tiempo atrás, The New York Times publicó un reportaje de como los diseñadores buscan incansablemente entre la pléyade futboleras un referente planetario de la belleza, buscan al más sexi, lo que se traduce en estar atractivo con la camiseta subida o el pantalón bajado. O tener sex-appeal, el eufemismo.
Pero no se mide su catadura moral ni su hablar fluido. Todo se resume en que el individuo sepa canalizar bien las miradas hacia sus calzoncillos ajustados o que disponga de un buen trasero. Y allí están los Gucci, Calvin Klein, Dior, Dolce & Gabana o Armani tirándose los pelos por vestir a su discóbolo.
El elegido como objeto del deseo, le auguran un futuro prometedor en las portadas de Vogue, aun recordando el caso del sueco Fredrik Ljungberg que fue el más caro de la historia, aupado por Calvin Klein en 2003. Se sabe que tiene un restaurante en Halmstad y hace anuncios para Pepsi. Lo de mito erótico lo prefiere olvidar. "El precio fue demasiado caro. Si iba a una discoteca las chicas se me acercaban y me manoseaban. Y cuando le apartaba la mano, se enojaban", ha declarado el sueco a la revista World Soccer.
Puede que estos galanes acaben siendo "fashion victims" o que languidezcan atrapados en un calendario porno pegados en un pared de un bar de mala muerte. Qué pena, pobrecitos.
Pero también muchos se preguntan ¿qué aportación realiza este espectáculo de masas hacia el avance de la igualdad entre hombres y mujeres? La respuesta, es "nada". Llevaba razón Eisntein al decir que cuando uno quiere cambiar las cosas y vuelve a hacer lo mismo, no cambia nada.
Pero los protagonistas como David Beckham o Cristiano Ronaldo lucen músculos y calzoncillos ajenos a esta polémica. Ellos son los elegidos. Son las estrellas que marcan tendencias
Alberto
Pescio