En 2014, el cobre representaba el 9,1% de la recaudación fiscal. En 2010, la incidencia era aún mayor, del 20,5%, y en 2006 llegó a su punto más alto, con el 34,2% de todo lo que entraba a las arcas fiscales.
El impacto de la baja del cobre, desde US$4,5 a los actuales US$2,6 ha sido bastante notable para la industria y para el país. Por lo pronto, el aporte del metal rojo en las arcas fiscales pasó de representar un 34%, en 2006, a apenas un 1,7% el año pasado.
La participación del cobre en relación al PIB viene cayendo desde entonces, ha dicho el ministro de Hacienda, Rodrigo Valdés, quien presentó los números ante el Parlamento.
Pero sería un error explicar el fenómeno exclusivamente con el factor precio. La industria más relevante del país ha perdido espacios, por distintas razones. Codelco -la empresa estatal más grande- hace tiempo que está en problemas y recién el año pasado alcanzó utilidades por US$500 millones.
Al tiempo, una baja en el precio de los metales impacta en los resultados de las compañías privadas y consecuencialmente en el pago de tributos que estas hacen.
Pero, en la práctica, ante estos números bien queda en evidencia que, al menos por estos años, el cobre ya no es el "sueldo de Chile", como se le catalogó por décadas. Es cierto que la actividad sigue siendo la más importante en materia de inversión e intensiva en empleo en época de construcción, pero ha perdido posiciones respecto de su aporte directo a las arcas del Fisco, aunque la principal razón sea puntualmente el precio.
Tales resultados obligan a avanzar en materias que hemos precisado y sobre las cuales existe cierto consenso: Chile debe seguir diversificando su economía y especialmente la Región de Antofagasta, que tiene en el cobre dos tercios de su PIB.
Es necesario innovar, crear mayor valor agregado, generar inteligencia en nuestra producción, conectarnos mejor con los países vecinos, atrevernos con el turismo, mejorar nuestros servicios, lo que no implica dejar de la do la minería. Son situaciones compatibles que perfectamente pueden acoplarse hacia el futuro.