La ministra de Minería anunció que para el año 2025 se esperan concretar inversiones por US$ 50 mil millones en proyectos de cobre, oro, plata, hierro y minerales industriales. El concepto que ha utilizado la secretaria de estado es convertir a la minería en una plataforma de desarrollo integral que se concretará en la medida que haya sinergias tanto con el sector privado como con representantes sociales y académicos.

No me queda más que aplaudir, porque me imagino que la sustentabilidad y la sostenibilidad forman parte de los planteamientos que se encuentran detrás de esta propuesta que muchos esperamos que sea una contribución para retomar el crecimiento perdido en los últimos años. Hay temas como el control de emisiones del polvo en suspensión de los caminos de acceso -cuya ausencia pueden causar problemas ambientales, de seguridad y a la salud- o el contar con instalaciones adecuadas en las faenas que contribuyen en la baja de las tasas de accidentes deben estar presentes.

Mientras el desarrollo sustentable se centra en la preservación de los recursos naturales y busca que las futuras generaciones tengan la posibilidad de disponer de estos recursos, el desarrollo sostenible considera además las condiciones sociales, políticas y económicas del conjunto social para que las personas puedan satisfacer sus necesidades.

Otro factor a considerar son los caminos que se abren en estos proyectos. La apertura de estas vías está lejos de meter simplemente una retroexcavadora en medio de los cerros. Hay que preocuparse de cuidar el entorno y de afectar lo menos posibles a las comunidades. Las más peligrosas son las PM 10 y PM 2,5, que pueden llegar a los pulmones o a los alvéolos y la sangre sin son de las más pequeñas. Además, ayudan a reducir las probabilidades de accidentes, ya que los operadores de camiones mineros tendrán mejor visibilidad.

Una inversión de USD 50 mil millones en proyectos de cobre, oro, plata, hierro y minerales industriales tiene un efecto multiplicador en la generación de empleo que, sin duda, contribuirá con el crecimiento que no es ni más ni menos para mejorar el bienestar de todos los chilenos y una oportunidad de cuidar la sustentabilidad y la sostenibilidad de estos proyectos.

Javier Ojeda

General Manager, EnviroTech Services, Chile

El aumento de la esperanza de vida y las jubilaciones, más la baja en la tasa de natalidad son algunos factores que marcan el envejecimiento de la población, fenómeno al que debemos prestar atención.

Esta nueva realidad implica una serie de desafíos y una reformulación de las políticas públicas para los próximos 25 años, lo que implica robustecer el sistema de pensiones, potenciar el sistema de salud, mejorar nuestras calles y parques, entre otras medidas.

Según el Anuario Estadístico de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), si en 2005 la población infantil (de 0 a 14 años) representaba el 24,8% de los habitantes, en 2030 este mismo rango de edad descenderá 7,3 puntos, alcanzando 17,5%.

Todo lo contrario ocurrirá con la población adulta, pues si en 2005 el 8,1% de los chilenos tenía 65 años o más años, en 2030 la cantidad de personas en este segmento etario se duplicará, llegando al 16,4%.

El fenómeno se repite a nivel continental. De acuerdo a un informe de la Organización Mundial de la Salud, a través de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), en 2006, había 50 millones de adultos mayores y se estima que en las Américas cifra que se duplicaría hacia 2025, y volvería a hacerlo para 2050, cuando el 25% de la población continental tendrá más de 60 años.

Así las cosas, Latinoamérica y especialmente Chile dejan de ser "jóvenes" para entrar a la curva de envejecimiento, muy similar a lo que ocurre en Europa, donde las tasas de recambio generacional están al debe.

El tema de fondo es cómo nos planificamos para un desafío que trae aparejado una serie de efectos y del cual es necesario profundizar en estas nuevas necesidades, a fin de evitar improvisaciones. Sin duda, se requiere generar políticas públicas para una transformación social enorme, de una magnitud insospechada y de múltiples efectos.

Pensar en el futuro pasa necesariamente por comprender este nuevo fenómeno. Nuestro país siempre debe mirar con respeto y dignidad a sus adultos mayores, ahí también está la clave del desarrollo.