JUAN PABLO HERRERA CARVAJAL
Académico Escuela de Negocios y Economía, PUCV
A nadie ha dejado indiferente el último escándalo de corrupción brasileño, relacionado con la exportación de carne de vacuno en mal estado, a diferentes partes del mundo, incluido Chile. Cabe destacar que Brasil es el mayor exportador mundial de carne bovina y de pollo, y el cuarto de cerdos. A esto se suma el caso Petrobras, y el cuestionamiento de datos de déficit presupuestales que derivaron en el "Impeachment" a la Presidenta Dilma Rousseff. Pero lo más gravoso, en el caso de la carne, radica en que estas malas prácticas pueden derivar en graves consecuencias sanitarias para la población. La reacción de nuestro país surgió rápida y enérgica, aumentando las restricciones y revisiones a estos productos. Lo que fue respondido de forma imprudente, y casi amenazante, por el ministro de agricultura brasileño. Respuesta que se sostuvo en pie, sólo hasta que mercados bastante más grandes e influyentes, como México, la Unión Europea y China, tomaran medidas similares. Si bien toda organización debe definir, e intentar alcanzar, objetivos estratégicos, como la obtención de resultados o participaciones de mercados, entre otros.
En mi opinión, el logro de objetivos no se debe transformar en un incentivo perverso, sino que deben tener siempre presente el bien común, entendiendo que toda organización es parte de una sociedad y no se debe sólo a sus dueños, sino que a todos quienes se relacionan con ella, como sus clientes, proveedores y colaboradores, pero sobre todo a la sociedad, donde las personas y el bien común siempre deben primar por sobre intereses económicos.
juan.herrera@pucv.cl