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OPINIÓN. Pedro araya guerrero, senador:

"El desafío es construir una región desarrollada, no sólo desde lo económico"

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Para pensar en el futuro de la región hay que tener en cuenta muchos aspectos, pero me quiero detener en uno: asistimos al fin de una era, de una forma de mirar el mundo y como contrapartida está naciendo una nueva época, que trae nuevos desafíos, nuevas formas de relacionarnos y nuevas formas de hacer las cosas.

Y quizás un ejemplo de lo anterior es el resultado de la elección municipal: fue un cataclismo, y enfrentados a medir los daños, tenemos que el 23 de octubre, fue claramente un episodio que evidenció la fractura profunda entre lo que dijo la ciudadanía no concurriendo a las urnas - en Antofagasta 3 de cada 4 ciudadanos optó por abstenerse - y las expectativas del mundo político que esperaba una alta concurrencia al proceso electoral, porque se daba por sentado que se trabajaba en sintonía con lo que querían los ciudadanos.

El dato anterior me parece indispensable para iniciar una conversación sobre el futuro de la región. Resulta necesario generar un nuevo pacto social, un pacto de futuro, que sea capaz de proponer una mirada de largo plazo, para que, desde nuestra identidad minera, pasemos a tener una nueva mirada sobre el futuro, reconociendo que ésta es una región de clase media, que requiere un contrato con el Estado diferente. Lo anterior, debe partir de la base que la ciudadanía quiere ser protagonista del desarrollo, y no meramente receptor de los bienes que se proveen por éste.

En primer lugar, el desafío es construir una región desarrollada que implique no solo el aspecto económico, sino que -por sobre todo- ser capaces de entender el valor de vivir en comunidad y la importancia de construir una región integrada, donde todos tenemos nuestro espacio y nos reconocemos y encontramos en la diversidad.

Reconstruir la participación ciudadana, rescatar el valor de lo cívico, el sentido de comunidad y pertenencia, es una tarea urgente y fundamental para tener un desarrollo sólido y armónico; de lo contrario, los sugerentes atajos al desarrollo -impulsados por el populismo- serán la receta fácil que estancará nuestras posibilidades de desarrollo como región y luego las destruirá.

En segundo lugar -y ya desde la mirada económica- ni con el salitre, ni con el cobre dimos el salto al desarrollo, y hoy la historia nos ofrece una nueva oportunidad con las energías renovables no convencionales y con el litio. Es en ese contexto donde tenemos la posibilidad de convertirnos en la región líder a nivel mundial en la producción de ERNC.

Por el contrario, con el litio, el desafío no es ser uno de los principales productores a nivel mundial, sino que transformar la región en un centro de clase mundial para la investigación, desarrollo e innovación en la explotación y uso del litio. De ahí la importancia de que se establezca en Antofagasta un centro tecnológico de primer nivel, para que, en concurso con nuestras universidades locales, aprovechando las ventajas que ofrece la región de ser un verdadero laboratorio natural, nos convirtamos en un polo de desarrollo científico, tecnológico y de investigación en minería no metálica.

El desafío de nuestra región para alcanzar el desarrollo es no cometer los errores del pasado, entender que en esta nueva era las cosas hay que hacerlas en forma diferente: la nueva era nos presenta un mundo colaborativo: donde los ciudadanos se relacionan horizontalmente, donde el concepto y sentido de la propiedad es distinto al del siglo XX, donde lo que se valora y se necesita es ser creativos frente a los desafíos que enfrentamos y no que repitamos las antiguas fórmulas, donde la actividad económica debe realizarse respetando el medio ambiente y a las comunidades en las cuales se encuentran insertas.

Los viejos tiempos no terminan de morir, los nuevos tiempos no terminan de nacer, el desafío para quienes vivimos esta época, es seguir soñando un futuro mejor y distinto, porque soñar una región mejor, es un profundo acto de realismo. Sin ideas por las cuales luchar, sin sueños por los cuales trabajar, es muy difícil vencer la apatía y salir del inmovilismo. Avanzar en esta reflexión es indispensable: la tarea recién comienza.