Mauricio Mondaca
La Primera Ministra de Escocia, Nicola Sturgeon, estremeció ayer el proceso en curso para la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea (UE), al anunciar que solicitará autoridad para convocar a un referéndum sobre la independencia escocesa. Su argumento, que espera concretar en una consulta entre fines de 2018 y la primera mitad de 2019, es que Escocia está "siendo obligada" a dejar la UE en contra de su voluntad.
Los británicos decidieron abandonar la UE en un referéndum el 23 de junio de 2014, pero, particularmente en Escocia, la decisión más votada fue quedarse, con un 62% contra un 38% que quiso lo contrario.
"El anuncio no fue inesperado, pero refleja las severas divisiones existentes en Gran Bretaña, mientras el gobierno se prapara para iniciar el proceso oficial de salida del bloque, compuesto por 28 países", afirmó el diario The New York Times.
Proceso paralelo
La jefa del gobierno autónomo escocés habló en Edimburgo, en la víspera de que la Primera Ministra británica, Theresa May, invoque el artículo 50 del Tratado de Lisboa, lo que iniciará los dos años de negociación para la salida del Reino Unido de la UE. Sturgeon dijo que le pedirá al Parlamento escocés, durante los próximos días, que apruebe el referéndum, el cual se realizaría entre fines de 2018 y la primera mitad de 2019. Señaló que, para entonces, estarán más claros los detalles del acuerdo que Londres negocie para la salida de la UE.
Requisito
El Gobierno británico tiene que aprobar cualquier referéndum que tenga carácter de cumplimiento obligatorio. Hasta ahora no ha dicho si aprobará tal iniciativa, pero aclaró que un referéndum independentista "sería divisivo y causaría enorme incertidumbre económica en el peor momento posible".
"El gobierno escocés debería enfocarse en hacer un buen gobierno y en entregar buenos servicios a los escoceses", dijo la oficina de la Primera Ministra británica, Theresa May. Con todo, afirmaron que la jefa del gobierno mantendrá las negociaciones con los gobiernos autónomos.
Complejo escenario
La celebración de una votación que podría dividir al Reino Unido, pocos meses antes del "Brexit", significaría un complicado giro de consecuencias inciertas en el proceso de dos años para abandonar la UE, tras más de cuatro décadas de permanencia.
Las demandas de Escocia llegan justo cuando May se apresta a activar el proceso para el "Brexit". Si May se niega a permitir una votación, podría generar una crisis constitucional. Como sea, Londres acusó al Partido Nacional Escocés de Sturgeon de sacrificar no solo al Reino Unido, sino también a Escocia, con su "obsesión" por conseguir la independencia.
Manifesto
El partido de Sturgeon ganó las elecciones de 2015 sobre la base de un manifesto que dejaba la puerta abierta a un nuevo referendum independentista, en caso que las denominadas "circunstacias materiales" cambiaran. La salida de Gran Bretaña de la UE es, a ojos del gobierno escocés, un cambio de ese tipo.
El aspecto más controvertido puede ser el timing, según los observadores del proceso. Esto, porque Londres prefiere que cualquier consulta se efectúe después de consumado el Brexit, momento en el que espera los ánimos de independencia estén menos encendidos.
La postura del laborismo
El líder laborista británico, Jeremy Corbyn, dijo ayer que su partido "no bloquearía", en la Cámara de los Comunes, la convocatoria de un segundo plebiscito, si este es aprobado por el Parlamento escocés. Sin embargo, el dirigente explicó que considera que la convocatoria sería "innecesaria", ya que el Laborismo se opondría a este proceso en el Parlamento de Edimburgo (donde tiene 23 escaños) y en una eventual campaña en un referendum, si llega a celebrarse.