Secciones

ENTREVISTA. andrea fernández olivares, víctima de accidente.

A dos años y medio de tragedia, madre que quedó parapléjica sigue esperando un juicio

E-mail Compartir

Dániza Urrutia Sepúlveda

El 28 de octubre de 2014, es una fecha difícil de olvidar. Andrea Fernández Olivares, madre de cuatro hijos, no puede dejar atrás ese día. Cuando guiaba su camioneta acompañada de su hija Valentina, de entonces 14 años, fue impactada por un bus que iba a toda velocidad por la avenida Salvador Allende.

En total, fueron nueve los vehículos involucrados en el terrible accidente.

El choque dejó secuelas permanentes en Andrea (40 años) y su familia, que aún esperan por una reparación, por justicia. Durante todo este tiempo, ha tenido que estar confinada a una silla de ruedas. Su condición es irreversible, quedó parapléjica.

¿Cuál es tu condición actual? ¿Se mantiene el mismo diagnóstico?

-Quedé parapléjica y con vejiga neurogénica (falta de control), lo que me obliga a usar pañales. Todos los gastos y situaciones que enfrentado desde el momento del accidente, han corrido por cuenta propia. He tenido que pasar numerosos obstáculos, enfrentar enfermedades, estar hospitalizada varias veces, con continuas pielonefritis (infección de la vía urinaria superior), debido a mi condición de postrada.

¿Aún te llega ayuda o sólo dependes tu trabajo?

-Al comienzo recibí ayuda de muchas personas, en los colegios de mis hijos y particulares, pero ya no pido ayuda porque a mis hijos les hacían bullying porque yo aparecía en las redes sociales.

Algunos niños son crueles y les decían cosas a mis hijos, porque yo aparecía en los medios. Debido a eso decidí no pedir ayuda, por ejemplo, en útiles de aseo, medicamentos y sondas.

Yo no vivo de la caridad, yo trabajo con gran esfuerzo para sacar adelante a mis hijos. La ayuda que recibía era en toallas húmedas, medicamentos, sondas y cremas, que económicamente no es mucho, pero para mí era una ayuda.

En los colegios me ayudaron con mercaderías y estuve un año recibiendo esa colaboración, pero al final preferí no seguir pidiendo ayuda.

¿Quién ha sido tu pilar en estos difíciles años y meses?

-Mi mamá Andrea, siempre ha estado ahí para mí y mis hijas también. Cada cuatro horas tengo que hacer el cambio de pañales y hacer ejercicios.

Tengo que subir y salir de la cama, entonces en febrero pasado hicimos el esfuerzo y salí de vacaciones con mis hijos, para que mi mamá pudiera descansar. Para poder salir juntamos dinero todo el año y planificar el viaje.

El accidente cambió la vida mía y la de mis hijos. Por ejemplo, mis hijas no son como los hijos de otras familias, porque en vez de salir y disfrutar, tienen que organizarse para no dejarme sola, ya que me tienen que ayudar con el cateterismo (daño en la vegija).

Mi hija mayor está en el sur estudiando en la universidad y los otros tres en sus colegios. El hecho de ser mamá me da la fuerza para seguir adelante, luchando, para tener energía. Cuando mis hijos no están mi mamá me ayuda y se encarga de la casa, el aseo y preparar la comida.

¿Has tenido alguna novedad respecto a la investigación judicial tras el accidente?

-Me citaron a juicio en diciembre. Le preguntaron al imputado si se consideraba culpable y dijo que no, porque había sufrido un desperfecto en los frenos. Eso no es así porque traía en el maletero escondidos varios tambores de petróleo, y el sobrepeso generó a la larga el accidente.

Luego, se planificó el juicio para este mes, pero esta semana me llegó una notificación que decía que el juicio se realizará en junio. Allí deberían establecerse responsabilidades.

Nos citaron a los heridos de la múltiple colisión. En total, fueron nueve los vehículos involucrados. Yo y mi hija fuimos las más afectadas.

¿Qué esperas de esa instancia?

-Hay que ser realistas, pienso que el conductor del bus como no tiene mayores recursos, no podré conseguir mucho. Por eso tendremos que demandar al dueño de la máquina, pero seguramente ya no tiene ningún bien o especie a su nombre.

Si ellos hubiesen querido hacerse cargo de un principio, se hubieran acercado a mí y haberme ayudado con algo. Si me hubiesen ofrecido una cantidad de dinero, por poco que fuera, ya es un alivio para mí porque me sirve. Eso quisiera, pero para eso debo esperar por el juicio.

Quisiera que hubiese un compromiso para conmigo. Yo gasto al mes $2 millones, entre mi vida nueva (postrada) y la mantención de mis hijos. Cuando salgo tengo que pagar un vehículo y alguien que me asista, porque como contadora tengo que ir -por ejemplo- al Servicio de Impuestos Internos y otros lugares.

En mi rehabilitación tengo que trasladarme hasta el Centro Asistencial Norte y también ver otros especialistas.

"Si ellos hubiesen querido hacerse cargo de un principio (chofer y dueño de bus), se hubieran acercado a mí para ayudarme con algo. Quisiera que existiese un compromiso"."