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Alberto Cendra recorre América para entrevistarlos

Descifrando en moto a los millennials

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-¿Cómo surgió la idea de recorrer el continente en moto y por qué su foco son los jóvenes?

-Surgió de pronto, cuando terminé una consultoría para Naciones Unidas sobre proyecciones de población del continente. Me llamó la atención que del total, el 62% eran jóvenes entre los 17 y los 36 años. Con la ayuda de GFK Perú y el apoyo de varias delegaciones del continente, perfilamos un cuestionario sobre temas como la amistad, la familia, las relaciones sociales y otros tópicos que esbozará quiénes son, a través de 800 entrevistas hechas en un recorrido de 85 mil kilómetros, atravesando 20 países.


En resumen

-¿Qué es lo que más le atrae de manejar una moto?

-La libertad y sentir el viento de frente. Da una sensación muy especial rodar por las carreteras y sentir los olores del campo y de la lluvia cuando pasas, y cuando llegas al océano ese olor a mar es indescriptible. Aprendí a andar en moto de muchacho, en una Vespa de desguace que le regalaron a mi hermano. Solo tenía el esqueleto y el motor, nuestro padre nos dijo que si éramos capaces de ponerla a andar, podíamos pasear con ella. Hoy ando en una Honda VFR1200 XDC Crosstourer, es automática, de mil 200 cc y 140 HP.

-¿Cómo se preparó para este viaje?

-No estaba preparado físicamente para algo así. Me preparé con un buen amigo entrenador que me programó un conjunto de ejercicios para fortalecer los músculos y sectores del cuerpo que más trabajan en un viaje así. Luego hice un viaje de unos 14 mil kilómetros probando todo, fue un viaje de en plan beta entre abril y junio del año pasado por Chile, y luego por las alturas de Perú, entre los tres mil y cuatro mil 700 metros sobre el nivel del mar. La ruta más larga que he realizado ha sido en Chile, al cruzar el desierto de Atacama, unos 650 kilómetros en unas 11 horas.

alberto Cendra traspasará sus vivencias en moto a un libro bitácora.

3 preguntas

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Alberto Cendra es un periodista limeño que a los 65 años decidió recorrer en moto el continente entrevistando a jóvenes para conocer sus testimonios sobre qué es ser americano. El sitio web Soyamericano.net sirve para seguir la aventura y conocer más detalles del proyecto.

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"Luz de luna" y el factor Trump

La película de Barry Jenkins sigue en cartelera tras su triunfo en los Oscar. Su historia de miserias y búsqueda de identidad remarcó lo inofensiva que es "La La Land".
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El matiz político de los Oscar ha estado siempre presente para remarcar el progresismo de Hollywood, pero en la última ceremonia tuvo un carácter urgente, desesperado. Las bromas del presentador Jimmy Kimmel, los discursos críticos e, incluso, la selección de las películas respondieron a una dinámica de resistencia frente a Trump. Fue una disidencia convertida en espectáculo, por cierto, pero tuvo incidencia en la elección de la película ganadora: "Luz de luna", de Barry Jenkins.

¿Pudo una obra escapista y ombliguista como "La La Land" haber ganado en tiempos cargados de tensión? Si hubiese sido así, ¿no habría reforzado ese gesto la hegemonía estadounidense que Trump defiende con sus garras?

Sin desmerecer los logros de la película, es evidente que su peso -y atractivo- tiene que ver con las temáticas que aborda: la marginalidad y homosexualidad en un barrio miseria de Florida. Es el lado B de ese estado que votó por Trump y que se presenta al mundo como un imperio de glamour y bienestar. Una mancha dentro de la gran postal americana.

El protagonista es Chiron, niño abandonado, hijo de una drogadicta, que encuentra algo cercano al amor paterno en Juan, un cubano que vende drogas en la calle. Es la única persona que puede atenderlo en el mundo. Sin amigos (es víctima de bullying) ni afecto hogareño, el personaje expondrá su debilidad en ropajes de melodrama. Vale señalar que en sus primeros minutos, "Luz de luna" se acerca peligrosamente al miserabilismo efectista de "Preciosa".

Pero algo más interesante va pasando a medida que avanza el metraje. El niño se transforma en adolescente, siente cosas por un compañero de colegio, va descubriendo quién es, se vuelve adulto y carga con una identidad que funciona como la suma de vivencias, traumas y aprendizajes que le ha tocado vivir. Sí, Jenkins revisa la vida de un hombre en tres etapas, en lo que podríamos describir como un estudio de la masculinidad en un mundo hétero-normativo. Y, aunque cae fácilmente en psicologismos, busca por lo menos construir una apuesta personal.

Ahora bien, la puesta en escena está al servicio de la manipulación. Jenkins confía en la eficacia de un lirismo prefabricado que va matizando la dureza del melodrama con atmósferas conmovedoras (sazonadas por la música clásica). En cine todos los recursos son legítimos, es cierto, pero no se advierte aquí una coherencia integral. Los golpes de efecto conviven con postales cargadas de sutilezas, lo explícito choca con lo sugerido, la artificialidad tensiona la naturalidad.

Con todo, "Luz de luna" es una película luminosa, dispareja, sobrevalorada, calculada, a ratos incómodamente solemne. Una pequeña producción potenciada por el clima de nuestros tiempos.

chiron, un niño abandonado, es el protagonista de la historia en "luz de luna".

el director barry jenkins.


en resumen

"Luz de luna" es el segundo largometraje del director estadounidense Barry Jenkins, de 37 años de edad. El primero es "Medicine for melancholy" (2008).

Por Andrés Nazarala R