Casa-Tambo
La casa de Maruja y Bernardo es como los Tambos que se sitúan en el largo camino del desierto: un lugar de acogida que brinda cobijo al fatigoso caminar de quienes necesitan detenerse en la ruta para atrapar el sentido del camino y aliviar la dureza del peregrinaje. Somos Licanantay.
María Canihuante es tambo y embajada, afecto y protección de las locuras que no se echan a volar si no encuentran antes un nido.
La palabra está siempre disponible, esperando que cada uno de los detalles que salen a recibirnos nos cuente de tanta vida transcurrida: los artistas nos hablan desde los muros, la música es siempre un reencuentro de emociones, las historias y el debate circulan desaforadamente.
El modo de habitar se convierte en una forma de la existencia. Nuestras acciones tienen necesidad de un espacio estructurado, necesitan de él para producirse. La aparición del concepto 'espacio existencial' hace referencia a la percepción de una forma de vida y la posibilidad de convertirla en experiencias. Allí empieza la maravilla.
Allí siempre hay algo nuevo, alguien que llega portando su morral de sueños y siempre hay Maruja para escuchar.
Siempre volvemos porque, como en todo Tambo, siempre se espera que el pasajero que entendió el mensaje vuelva cargado de nuevas historias, de nuevas ideas peregrinas.
El tiempo se detiene en este Tambo y su mesa de palabras conversa con los amables detalles que han ido creando un espacio de colores, imágenes y canciones que esperan la llegada de nuevos caminantes que apuestan, como en la siempre abierta casa de Andrés, por la dedicación a la maravilla.
La palabra, el canto y la nostalgia del futuro abren las puertas cuando la risa animadora de Marujita decide que es tiempo de desarmar las horas.
Cuando el silencio desciende sobre ella, la casa sigue trabajando para cargarse de nuevas energías y para que Andrés salga a deambular con su breve paso de duende amado.
Habría que proclamar un edicto para obligar a que todos tuvieran la posibilidad de contar con un alero, como éste, donde posar las alas y soñar…
Patricia Bennett