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Carnavales andinos

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En el calendario costumbrista de los pueblos andinos del interior de El Loa, siete semanas antes de Semana Santa celebran el carnaval. Los pobladores señalan que "el diablo anda suelto", lo que permite ciertas libertades que van más allá de las usuales. Así, a las guaguas nacidas en octubre o noviembre, de manera juguetona, se les denomina "hijo o hija del carnaval".

Se celebra con especial entusiasmo en Toconce, Cupo, Ayquina, Caspana y Lasana, así como en Machuca y Río Grande. En San Pedro de Atacama y Toconao, posee características más urbanas.

Dura de cuatro días a una semana y dice relación con el llamado a las lluvias (uso de banderas blancas), la fecundación y con las actividades de la cosecha (en los pueblos más pequeños se "chaya" con productos de la tierra).

En todas las localidades donde se celebra el carnaval, los protagonistas son varones disfrazados (el viejo, la vieja, los hijos); en algunos bailes en torno a la plaza participan mujeres (bandereras; visten tenidas tradicionales).

En vestimentas, disfraces y banderas predominan los colores rojo y blanco. Este último se emplea para saludar al espacio y llamar las lluvias, por eso los bailes se inician con carreras dirigidas por las bandereras, una seguida por varones, y otra, por mujeres, todos gritando y agitando banderas, llamando a las lluvias para que el año agrícola sea fecundo, y las siembras multipliquen.

"En Toconao, el carnaval se inicia el sábado anterior al miércoles de ceniza" (L. Olivares).

"En Ayquina el carnaval es celebrado siguiendo las antiguas costumbres, las que dejaron los abuelos. Los principios básicos son los que han dejado los antiguos, se perpetúan en el tiempo…"

"El carnaval es una compleja obra de teatro en que participa toda la comunidad, unos tienen papeles protagónicos y otros papeles secundarios, pero todos participan en la gran representación que permitirá mantener el equilibrio del mundo y la regeneración de la vida…" (V. Castro y V. Varela).

Domingo Gómez Parra

Martín Scorsese regresa a la pantalla grande con "Silencio", una historia en clave espiritual

ESTRENO. El próximo 16 de marzo debutará en la salas nacionales el más reciente trabajo del destacado cineasta. Se trata de una trilogía guiada por el tema del alma y su relación con la divinidad,protagonizada por Andrew Garfield, Liam Neeson y Adam Driver.
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Amelia Carvallo

El próximo 16 de marzo debuta en las salas nacionales el esperado regreso de Martin Scorsese a la pantalla grande. Considerado como uno de los últimos padres del cine moderno, el viernes pasado recibió el Premio John Ford en el prestigioso Trinity College de Dublín, de manos del presidente de Irlanda, Michael D. Higgins.

Al momento de hablar, el cineasta, nacido en el neoyorkino barrio de Queens hace casi 75 años, mostró preocupación por la época en que vivimos y afirmó que la invasión de 2003 a Iraq había creado "miles de miles de Travis Bickles sin nada que perder", todo en clara alusión al personaje principal de "Taxi Driver", su celebrada película de 1976 sobre un veterano de Vietnam que comienza a enloquecer tras la guerra.

El aclamado director, que se mantiene activo desde 1960 tras el lente, acaba de anunciar que el próximo año debutará por Netflix con "El irlandés", una historia sobre gánsteres en Nueva York, en tiempos de la desaparición del dirigente de los camioneros Jimmy Hoffa. Este personaje histórico será interpretado por el Al Pacino, a quien se unirá un elenco compuesto por Robert De Niro, Joe Pesci y Harvey Keitel, es decir viejos camaradas del ítaloamericano.

Silencio

Con más de medio centenar de películas a su espalda, Scorsese completó con "Silencio" una trilogía guiada por el tema del alma y su relación con la divinidad. Si ya en 1988 dirigió a Willem Dafoe en "La última tentación", donde buceó en la novela del griego Nikos Kazantzakis sobre una supuesta vida de Jesús, en 1997 presentó "Kudun", su visión sobre el paso de la niñez a la adultez del Dalai Lama que afrontó la opresión china en el Tíbet.

En "Silencio", Scorsese aborda la novela escrita en 1966 por el japonés Shusaku Endo sobre la evangelización jesuita en su país a comienzos del siglo XVII. Endo, quien creció en una familia de fe católica en un país mayoritariamente budista y luego estudió Letras en la Universidad de Lyon, se interesó mucho en el choque ideológico entre Oriente y Occidente, sobre todo en dilemas morales y espirituales.

Scorsese, quien también proviene de una familia católica, de niño fue monaguillo y pensó alguna vez en ser sacerdote, reconoció que la novela de Endo lo acompaña desde hace más de 20 años, puesto que se la regaló el obispo de Nueva York luego de ver "La última tentación".

Luego de muchos contratiempos para realizarla, que el director hoy ve como un camino de paciencia y madurez para poder afrontarla, a comienzos de 2015 y con un presupuesto de 40 millones de dólares, comenzó el rodaje de la historia cuya principal locación fueron las costas de Taiwán, ya que situarla en Japón era excesivamente caro.

Claro está que el elenco también mutó con los años y de Daniel Day Lewis, Gael García Bernal y Benicio del Toro se llegó a Liam Neeson, Andrew Garfield y Adam Driver para interpretar, respectivamente, los roles de los jesuitas: el Padre Cristóbal Ferreira, el Padre Sebastián Rodríguez y el Padre Francisco Garupe. El primero es un sacerdote del que se pierde pista en Japón, en 1640, y de quien se rumorea ha abjurado de su fe. Los otros dos jóvenes curas parten en su búsqueda, en tiempos de una encarnizada persecución de parte de las autoridades japonesas.

Filmada con la pulcrísima dirección de fotografía del mexicano Rodrigo Prieto, responsable de filmes como "Secreto en la montaña", "Argo" y "El lobo de Wall Street", es de hecho esta la única categoría en la que figuró nominada a los Oscar, que se entregaron el domingo. Algo que resultó inexplicable para muchos, ya que el filme ha contado con buenas actuaciones y el impecable montaje de Thelma Schoomaker, eterna colaboradora de Scorsese.

Alejado de la academia

Algunos especulan que esta carencia de más nominaciones se debió a que "Silencio" no es una película fácil y que entregue lecturas básicas. De hecho, el gran valor que tiene, aparte de su indudable maestría cinematográfica, es que deja asentado un aire ambiguo y de muchas zonas grises, alejado de los énfasis bienintencionados que actualmente prefiere la Academia.

Los temas de la traición, la expiación, el arrepentimiento y la fidelidad transitan en el interesante personaje de Kichijiro, una especie de Judas que pide la absolución una y otra vez a los misioneros. Un hombre demasiado humano que acompaña a los misioneros entre tanto mártir, un tipo que demuestra que caer es parte de la salvación porque permite amar al otro.

es el siglo en el que transcurre "Silencio", que cuenta la historia de un misionero jesuita en Japón. XVII

es el año de lanzamiento de la novela homónima de ficción histórica escrita por Shusaku Endo. 1966