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Mondo Bisama: la suma

La no ficción de Álvaro Bisama, una de las voces más reconocibles de la narrativa chilena, se despliega en el recién publicado "Deslizamientos", un compendio que atraviesa sus obsesiones y placeres escritúrales. La editorial de la Universidad Austral rescata en un libro los ensayos del reconocido escritor Luis Oyarzún Peña. En este adelanto detalla cómo era la sociedad chilena de la postcolonia a través de los viajes de Vicente Pérez Rosales (foto superior).P2-3 Esta noche es la versión 89 de los premios de la Academia. Buen momento para revisar las decisiones que el jurado ha tomado con la industria.P4
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de todas sus crónicas

Más que acomodarse a los espacios, Bisama parece adaptarlos a su escritura. "Deslizamientos" (Universidad Diego Portales), en poco más de doscientas páginas, es una muestra excluyente de esos encargos, en un volumen que podría haber sido mucho más amplio. La selección abarca crónicas y ensayos producidos en un arco de quince años, con algunos textos hechos también para libros colectivos o exposiciones. Son datos complementarios que se olvidan al entrar al libro, sostenido en una deliberada estructura que prescinde de las fuentes.

-El primer texto de "Deslizamientos", dedicado al incendio de Valparaíso, muestra una escritura urgente, como lo has hecho también con los incendios forestales del verano. ¿Te acomoda esa escritura del desastre?

-Creo que no tiene sentido si estás cubriendo o no desastre. Yo había vivido en Valparaíso, tenía una relación con los incendios, escribí de ellos en una novela. Era un encargo para una revista digital argentina, tenía más espacio, más libertad. Era también como procesar esas imágenes que cuesta procesar, no alcanzas a darte cuenta.

-Este libro saca del momento muchos textos que fueron escritos para la contingencia, con la presión del tiempo. ¿Cómo se trabajo ese proceso?

-El libro es fiel a la primera versión de los textos, hay cambios muy menores. Con los plazos hay una idea donde el texto se va a dirigir, por eso es complejo escribir de cosas que no te importan. No tengo rollo en trabajar contra entrega. También siento que la condición instantánea está bien, si tuviera más plazo empezaría corregir, a pensar las decisiones. Como lo que es, el texto no se piensa con ninguna clase de trascendencia. Con la crítica literaria pasa lo mismo, es la fotografía de un momento, no está cerrado.

-Hay una aparición constante de personajes secundarios olvidados, como Homero Arce,el secretario de Neruda, y el crítico literario provincial Eliodoro Astorquiza. ¿Por qué te interesan?

-Estaba pensando en una escritura más que un personaje. El caso de Homero Arce era el que transcribía, el que redactó una versión de las memorias y está excluido de ellas. En el caso del crítico Astorquiza, no me interesa lo marginal, sino de dónde se desplegaba su escritura y cómo leía. Lo mismo pasa con Droguett de "Escrito en el aire".

-Hay textos intensos, como el que evoca los recitales de Morrisey o Jorge González. ¿Cómo se logra trasladar el evento al papel?

-Yo creo que esa intensidad está, no se puede soslayar en el momento de la escritura. No pienso en lo que voy a escribir hasta que lo escribo, tomo notas con la idea hacia el lugar que se dirige el texto. Más que pensar en intensidad, pienso en determinados momentos en que se concentra determinada poética y estética de lo que estás viendo. Cuando González canta "Arauco tiene una pena", algo le está pasando a González. O cuando Javiera Mena toca una versión de "Ausencia", el gesto es cómo diablos ella se vincula con la tradición, con la voz de otro.

-Muchos textos tienen referencias, invitan a escuchar canciones o a leer libros, que es una de las labores básicas de la prensa cultural.

- Yo creo que cada texto exige su propia biblioteca. Ahora escribo con muchas menos referencias que hace diez años. Cada texto exige su propio aparato formal, su propio mapa afectivo. Creo que uno lee hiperlinkeado, estableciendo conexiones, lo que te obliga a mirar, subrayar. Uno trabaja esa biblioteca todo el tiempo, esa es la herramienta, la memoria, la capacidad de cruces que puede o no puede hacer. Está todo dando vueltas en el mismo instante.

-¿Por qué se omiten la fuentes de cada texto?

-Yo quería que el libro fuera orgánico, como una novela, que no hubiera referencialidad. La fecha lo convertía en un artefacto de época. Son quince años, porque está el texto de Álvaro Peña. Puse los textos que me gustan, hay determinado esqueleto que tenía que partir con la ciudad, luego con la literatura, terminar con cuestiones biográficas, pero a mí no me importaba hacer una compilación, por eso no vienen las fuentes.

-¿Te has enfrentado con alguien que extrañe textos?

-Hay un texto que varios han echado de menos, que es sobre el Costanera Center. Lo pasé pésimo haciéndolo. Como asocio también a la escritura cierto grado de goce, no lo puse, porque a mí no me gustaba. Como también sé que no quería que fueran muchos textos de televisión.

-En el libro se puede percibir la deriva temática de tus colaboraciones, desde la particular crítica literaria que realizabas hasta la televisión.

-Esas columnas literarias me gustan, me interesan, es como armar una biblioteca donde no había biblioteca, donde no había nada claro. Cosas que ahora están instaladas, como el valor de la novela gráfica, a mí me interesaba hablar de ello cuando nadie lo hablaba. He hecho el camino contrario, escribí de libros y ahora de tele. Lo que me pasa es que me aburro muy fácil, muy rápido, son mecanismos para no aburrirme. También he tenido la suerte haber escrito crítica literaria cuando la década del noventa estaba oliendo a rancio, o escribir de tele cuando la industria está en crisis absoluta. Me gusta habitar ese instante, ese ahora.

-En los textos de televisión te has convertido en una especie de marca.

-Hay dos textos sobre televisión, uno sobre el futuro y otro emocional, en dos puntos equidistantes. Si quieren saber lo que pienso de la televisión, allí está. Son marcas de época. Lo que no tenía ganas de hacer es una compilación uniforme. Ya habíamos hecho con la editorial Lecturas la antología "Televisión". Ahí ponía poemas de Twitter, fragmentos de ficción. La paso bien haciendo esos libros extraños, con centros raros.

Álvaro Bisama dice que le gusta escribir libros extraños sobre mundos en crisis.


1825: así era la primera generación chilena


"Deslizamientos"

Álvaro Bisama

Ediciones UDP

216 páginas

$15.000


oscar: una historia de aciertos e injusticias

KU

CULTURA & TENDENCIAS

26 de febrero de 2017

suplementoku.cl

Por Cristóbal Gaete

Hasta hoy probablemente, Álvaro Bisama estará escribiendo sobre el Festival de Viña, fiel a su estilo inconfundible, que iniciado en las revistas independientes se ha ido instalando en los medios chilenos y latinoamericanos cruzando distintos temas: ciudad, televisión, música y literatura.

Biblioteca Nacional de Chile