La noticia no pasó inadvertida, no podría haber sido de otra manera. Andrónico Luksic, a través de su cuenta de Twitter, ante la consulta de un hincha del CDA si continuaba interesado en adquirir el club, dijo: "Lindo sería ver al CDA jugando la Copa Libertadores. Tomo nota". Sin duda, que ésta sola opinión de un antofagastino exitoso y con la capacidad suficiente como para embarcarse en la recuperación del CDA, es esperanzadora.
Si hubiera una administración profesional, con el componente administrativo y técnico adecuado, sin duda que la inversión requerida para adquirir el CDA, no sería difícil de recuperar en el mediano plazo. Seguramente aumentaría la cantidad de socios y la asistencia al estadio. Además, la venta de jugadores, se ha constituido en un aporte importante para las arcas del club, lo lamentable es la nebulosa con que se ha manejado ésta en los últimos periodos, sin conocerse dónde han ido a parar dichos recursos. Tampoco se sabe cuál es el monto de la deuda actual del club y, por ende, cuál sería su valor.
Pero no sólo la opacidad financiera y contable es un tema relevante, ya que hay otro tema que, aun cuando es intangible, es el más negativo de todos. Este es la pérdida de identificación del club con la comunidad que lo vio nacer y que hoy no se siente representada por un propietario, que no vibra en la sintonía antofagastina. Es sabido, que uno de los elementos más importantes de identificación comunitaria es el apego, cariño y orgullo que siente la población por su equipo de futbol. Antofagasta carece de este sentimiento.
¿Se imagina usted un nuevo CDA con un dirigente como Harold Mayne-Nicholls, a la cabeza de un proyecto institucional sólido, con un trabajo serio en las divisiones inferiores, con una casa del futbolista donde se pueda albergar a talentosos juveniles de la región?
Confiemos en que la respuesta de Andrónico Luksic no haya sido una contestación políticamente correcta y que su aspiración de ver al CDA en las grandes ligas, corresponda a una intención real. De prosperar la alternativa en comento, renacería una corriente generalizada de entusiasmo ciudadano y quienes asumieran el desafío, se harían merecedores de un aplauso que no se escucha desde el "Quillotazo", hace medio siglo. Antofagasta y su gente se lo merece.
Carlos Tarragó
Presidente de Proa