Harold Krüsell, escultor
Harold Krüsell Johansen fue el último maestro escultor con que contó el Departamento de Artes Visuales de la U. del Norte. El fue alumno de Lily Garafulic en la Escuela de Bellas Artes de Santiago. Krüsell derivó hacia las relaciones entre el Arte y la Ciencia, ejecutando trabajos de reconstitución antropológica de los cuerpo de los antiguos Atacameños provenientes de gentilares o cementerios atacameños.
En un área verde, frente al Balneario Municipal, hay una escultura de Harold, un hermoso "Homenaje a la Mujer" o mejor aún a la Madre, con su pequeño hijo. Hoy los pequeños se suben a la escultura repitiendo la confianza del hijo que sube la espalda de la mamá, en un gesto universal de ternura. Las autoridades políticas de la época le pidieron otro motivo, pero él se negó, priorizando la imagen y ternura materna.
Krüselll es además el autor de la escultura con la imagen de cuerpo entero del Padre Gustavo Le Paige, a quien le unía una gran amistad. Está situada a la entrada del Museo de San Pedro de Atacama, creado por Le Paige.
A partir de los ¨80 se trasladó al Museo de Historia Natural de Santiago, prosiguiendo su colaboración con arqueólogos y antropólogos. Viajó a Estados Unidos, donde realizó una réplica en que arte y ciencia se unieron para realizar un "clon" del "Hombre de cobre", el cuerpo petrificado de un minero pre hispánico encontrado sepultado en el yacimiento de cobre de Chuquicamata. Dicha replica, que se exhibe en Santiago, debería estar en Calama o Antofagasta. Lo aún peor es que el cuerpo original del minero preservado por los ácidos desprendidos por el metal se encuentra en un Museo Norteamericano.
Harold Krüsell es parte de la historia del Arte en Antofagasta, con su imagen de frondosa barba, su atuendo de trabajador del arte, montado en su jeep con que recorría la pampa. Sufrió hace algunos años un accidente grave en su taller y desde entonces su salud se ha deteriorado. Imagino que lo acompañan imágenes de sus travesías por el desierto, en dirección hacia los ilimitados horizontes, la belleza y el arte.
Waldo Valenzuela