Secciones

ENTREVISTA. Claudio Hernández, general del Ejército (R):

"Hay mucha gente que se ha visto postergada por tener situaciones de este tipo, que pasan"

SOCIEDAD. Cuando todo indicaba que el profesional seguiría en el Ejército, se produjo su retiro. Él cree que su decisión de iniciar una nueva familia fue fundamental en su salida.
E-mail Compartir

La impecable carrera del general de Ejército Claudio Marcelo Hernández quedó truncada por una situación que no está escrita en ningún documento, pero que al parecer terminó pesando mucho más que sus 38 años de carrera. El oficial decidió separarse, iniciar una nueva relación e informarlo a sus superiores.

Y aunque en apariencia en la institución el antecedente fue bien considerado, Hernández ha concluido que el hecho fue determinante para su retiro obligatorio.

El exuniformado no habla con resentimiento, contra nadie, menos contra el Ejército, institución a la que ingresó con 16 años; lo hace para generar una discusión respecto a cambios que debieran hacerse -estima- en una de las instituciones más tradicionales del país.

Hernández ya está divorciado y radicado en la capital regional, una ciudad que conoce bien, gracias a la serie de destinaciones que tuvo en la zona a lo largo de 38 años de carrera militar. Aquí conoció y se enamoró de la antofagastina Paola Mardones, con quien comenzó una nueva etapa en su vida, ya alejado de las armas y dándose una nueva oportunidad familiar.

Lo suyo es, una clásica y perfecta historia de amor.

La caída

¿Qué pasó con su carrera? ¿Por qué no siguió en el Ejército?

-Existe todavía en las FF.AA. y particularmente en el Ejército, una estructura mental antigua, que cuesta mucho alinearla con la sociedad actual. Todavía se mantienen valores y principios que si bien es bueno mantenerlos, falta alinearlos con la sociedad actual.

Incluso dentro de instituciones como las nuestras, hay un divorcio entre las generaciones nuevas y las antiguas. Las generaciones más jóvenes lo entienden perfectamente; hay muchísima gente que se ha visto postergada por tener situaciones de este tipo, que son perfectamente entendibles, pero pasan, porque la vida es así.

Es complejo, pero creo que en mi salida influyó el hecho de haber tomado la decisión de separarme y de darlo a conocer de manera formal y reglamentaria al Ejército, al mando correspondiente. Cuesta mucho entender que la vida de uno, que es pública, pero también es privada en el sentido que uno puede tomar las decisiones necesarias para poder ser feliz. Yo la tomé; tomé la decisión de separarme, después de muchos años de matrimonio, por diferentes razones, pero principalmente porque me enamoré de una antofagastina, de una mujer maravillosa con la cual hoy estamos juntos y vamos a seguir juntos siempre. Y eso aparentemente molestó, inquietó, provocó ruido, porque no es habitual que un general manifieste que se separa por las razones que estoy explicando.

Entonces falta, como digo, alinear un poco al Ejército actual con la sociedad civil. Confundir estas cosas con las capacidades profesionales es complejo.

El desempeño de Hernández en la rama más antigua de las FF.AA. fue sin manchas. Consideró pasos por la Escuela Militar, la Academia de Guerra, docente, destinaciones en el extranjero, mando sobre regimientos, en la I División, manejo de gestión en desastres naturales y reordenamiento del Comando de Bienestar del Ejército. Experiencia que lo han transformado en una personalidad con influencia creciente, que actualmente asesora a distintas autoridades del ámbito público y privado en la región.

"Fueron 38 años, de satisfacciones, de cumplimiento, con cuatro años como general, pero también con esta sensación extraña de una salida influenciada por factores externos".

¿Lo lógico era que siguiera avanzando en el Ejército?

- La esperanza y la lógica indicaban que sí. Debió haber una continuidad en el proceso. Y ahí viene lo que hablábamos antes. Yo creo que en el Ejército todavía existen estructuras mentales muy antiguas, que deben ser alineadas con la sociedad actual.

Un detalle importante es que usted informó a sus superiores que se iba a separar.

- Sí. En enero de 2016 informé que me estaba separando.

¿Por qué informa?

- Porque me parecía que era indispensable mantener informado al comandante en jefe de mi situación personal. Contemporáneamente es muy cercano, por lo tanto, él lo toma bien, sin ningún problema; asume que es una realidad de la sociedad y hay un apoyo total en ese sentido, de poder trabajar tranquilo, sin que esto causara problemas, ni interferencias en lo profesional. Y yo sentí ese apoyo.

¿Y en lo familiar, hubo problemas?

- Nada, salvo las lógicas que se dan en estos casos, más cuando hay muchos años de matrimonio. Cuando tomo la decisión de separarme e informo, comenzaron a producirse situaciones que incomodaron a la estructura superior del Ejército. Con Paola, mi mujer actual, fuimos juntos a la Parada Militar de 2016 y eso causó mucho ruido, mucho resquemor, aunque no hubo ninguna comunicación oficial al respecto. No hubo malestar explícito, alguien que me dijera concretamente que fue una imprudencia; todo esto lo supe por comentarios, por rumores.

¿Qué le llegaban de pares?

- Claro, de otros generales. Yo mantengo actualizado al comandante en jefe de todos mis trámites, del divorcio. Entonces, queda la sensación que en mi salida influyó todo esto. Definitivamente existe una estructura mental bastante conservadora.

Pero me imagino que no es el primer oficial de Ejército que se ha separado.

- En el Alto Mando, son muy excepcionales los casos que informan una situación así.

¿Pero hay más casos?

- Muy pocos en la historia. Hoy creo que no hay ninguno. Las instituciones como la nuestra obligan a impedir separaciones en el ejercicio de la profesión. Lo que se ha dado mucho es que cuando salen (del Ejército) se separan. Yo fui transparente, nunca me lo dijeron, pero creo que esto influyó en mi salida.

¿Pensó que esto implicaría su salida de la institución?

- Me negaba a pensarlo, pero había mucha conversación con pares, que me estaban diciendo que la separación me iba a costar la salida, pero yo me negaba a pensarlo y a creerlo, porque hice lo que correspondía: mantuve informado al mando de todo. Me negaba a que esto influiría. También estaba claro que nadie está asegurado en esto y en cualquier momento podía salir a retiro, porque el contrato como general, entre comillas, es anual. Pero por todo lo conversado, por los procesos, había cierta lógica que podía seguir.

Me imagino que en su historia le van comentando cuál es su evaluación. ¿Tuvo antes alguna crítica a su desempeño, que le permitieran inferir su salida?

- Ninguno.

¿Cómo se entera de su salida?

- El procedimiento nuestro es que hay una junta de ascenso en el que todos los generales votamos por los coroneles que van a ascender. Y el comandante en jefe se va al Ministerio de Defensa y a la Presidencia de la República llevando las propuestas de ascensos y retiros. Aprobado eso, el comandante en jefe comunica a cada uno la situación y en mi caso me comunico que pasaba a retiro.

¿Qué sintió?

- Es compleja la sensación porque pese a que uno está preparado desde el día que entras a la Escuela Militar, sabes que esto no es permanente, las reglas del juego se conocen, por lo tanto estamos preparados para estas instancias… Pero no voy a negar que fue un golpe, una sensación extraña.

¿Preguntó las razones?

- No. La doctrina nuestra es así. No hay cuestionamiento, no hay aclaraciones o pedidas de cuenta. Es parte de las reglas… Hasta luego y muchas gracias.

Pero pasa el tiempo y vienen los cuestionamientos…

- Pasa un período y uno reflexiona, aunque seguí en la institución por un par de meses antes de entregar el cargo. Y el resumen es súper satisfactorio, siempre me voy a sentir parte del Ejército de Chile. Pero quería seguir, entendiendo que nadie tiene nada asegurado.

Hernández nació el 3 de enero de 1961, tiene tres hijos de 28, 24 (mujeres) y 23 años (varón), que estuvo seis meses en la Escuela Militar, pero se retiró a los pocos meses.

Un concepto que ha repetido es que se siente feliz…

- Sí, somos inmensamente felices y nos vamos a casar este año en algún momento, es una decisión bien pensada, razonada, no es superficial, somos dos personas maduras, que nos conocimos profesionalmente… Fue amor a primera vista, pero con un proceso bien bonito. Estamos muy contentos y le dije a Paola; "la decisión tomada de ser felices fue compartida y no tiene comparación con las consecuencias que esto podría tener".

El concepto de "familia militar", me parece que involucra todo esto, no sólo al personal, sino a sus familias. ¿Qué tan fuerte es eso?

- Sí. Indistintamente que sea bueno o malo, falta avanzar en eso. Cuando la preocupación por la familia militar afecta lo personal hay un límite , no se puede confundir el profesionalismo con temas de corazón, nadie tiene ni la fórmula ni las directrices para que uno sea cuestionado por temas personales, las cuales no afectan en nada a la institución en que uno se desempeña. Son cuestiones que ocurren en la vida. Si hubiera escándalos, quizás sería entendible, pero esto nunca ocurrió en mi caso.

¿Esto puede cambiar?

- Sí, es cosa de tiempo, las nuevas generaciones ya vienen con otra visión de la vida. Las instituciones armadas siempre están con el tema de los principios, los valores y las virtudes, pero no hemos sabido ver bien qué puede transar, qué es indispensable mantener. Confundir estas cosas, no me parece. La sociedad espera que tengamos una diferencia sobre otras profesiones porque tenemos una responsabilidad compleja, que es la administración de las armas, pero eso es ética y disciplina. No podemos pretender creernos -como lo dijo un excomandante en jefe- la 'reserva moral del país'.

Hernández nació en San Carlos, Región del Biobío que también fue cuna de Violeta, Nicanor y Eduardo Parra. Desde temprana edad decidió ingresar al Ejército, cosa que extrañó, pero no incomodó a sus padres, dedicados a la agricultura. El 13 de febrero de 1978 entró a la Escuela Militar, formación que hizo hasta 1981, cuando sumaba 19 años, como oficial de Caballería. A partir de entonces sirvió en distintas ciudades del sur del país, en unidades de caballería blindada, desarrollando los grados inferiores de alférez, subteniente, teniente y capitán. Ya como mayor, en 1998, regresó a Santiago para estudiar en la Academia de Guerra, donde pasaría tres años. El 2001 fue destinado a Antofagasta, como comandante del Regimiento Exploradores, luego regresó a Santiago como profesor de la Academia de Guerra; entonces fue agregado militar en Argentina, comandante del regimiento de Calama, secretario del Estado Mayor del Ejército, ascendiendo a general; comandante de la I Brigada Acorazada Coraceros en tiempos del litigio chileno- peruano por la delimitación marítima. Hasta que a fines de 2013 es confirmado como comandante en jefe de la I División con asiento en Antofagasta y jurisdicción sobre las fuerzas existentes en las regiones de Antofagasta y Atacama. En el cargo se mantuvo hasta 2015, por lo que debió asumir el control completo de la Región durante las lluvias del 25 de marzo y 10 de agosto del 2015. Por eso sostiene que fue "probado en combate" con una secuencia que parte con el terremoto de Arica e Iquique en 2014. Luego, en 2016, fue nombrado comandante de Bienestar del Ejército. Era un organismo con una estructura antigua, se estaba quedando atrás y fue complejo y difícil. Asumí que esto era un reconocimiento a mi experiencia. ¿Así se lo explicitaron? - Sí, claro. Con objetivos bien concretos, tenemos terrenos que estaban cuestionados, confundidos con Cema, que no tenían nada que ver, entonces hubo que aclarar muchas cosas, había mucho aprovechamiento de la estructura superior nuestra de mucha garantía y regalía que no debió haber sido. ¿Regalías para funcionarios del Ejército? - Sí. Entonces hubo que tomar medidas que afectaban a mucha gente, de la estructura superior, hubo que tomarse tragos amargos, pero cosas necesarias como dar cumplimiento a varios dictámenes de la Contraloría. Todo se hizo ese año. Fue una buena experiencia, distinta.

Una carrera a lo largo del país

"No podemos pretender creernos -como lo dijo un excomandante en jefe- la 'reserva moral del país'". "La I División tiene el peso de la historia, es la más antigua, tiene ese peso, sobre todo para las generaciones más jóvenes que siguen comprometidos con dar la vida por la patria en caso de…". "Hicimos una planificación completa, por eso en marzo de 2015 todo se facilitó mucho porque todos sabíamos lo que teníamos que hacer. Armada, Carabineros, FACh y la PDI"."

1961 nació Hernández en la comuna de San Carlos, Región del Biobío, la misma

1978 ingresó donde nacieron los hermanos Parra, encabezados por Violeta, la inigualable artista.

2013 asumió como a la Escuela Militar en Santiago. Salió con 19 años como oficial de Caballería. Entonces fue destinado a distintas ciudades del sur del país.