Los antecedentes conocidos en relación con la senadora Jacqueline van Rysselberghe son de una gravedad que no puede soslayarse, ya que ponen nuevamente en el tapete la vinculación entre el dinero, el lobby, la actividad política y el servicio público a un nivel que resulta preocupante.
La situación es compleja, pero en ningún caso nueva. Ciertamente existe desde los orígenes del Estado, aunque ha estado más presente durante los últimos años con casos que se han sucedido una y otra vez, diferenciándose apenas en el nivel de escándalo.
La Ley de Pesca ha sido una situación emblemática, a partir de la cual han sido conocidos pagos de empresas y gremios a parlamentarios en épocas de campaña, así como una estrecha colaboración e intercambio de información al momento de elaborar leyes y reglamentos.
Pero no ha sido lo único. Casos similares han sido apreciados con otras compañías y actividades que parecían resultar beneficiados por algunas autoridades a quienes previamente habían apoyado con recursos.
Ciertamente no debe cuestionarse el diálogo al interior de la sociedad, o la confrontación de ideas, ni de parlamentarios, autoridades comunales, o políticos con ciudadanos, ni empresas, porque todas conforman el país, pero es delicada la influencia destemplada que puede hacer un grupo para su propio beneficio.
La sumisión de algunos representantes y autoridades ante el dinero es de un daño enorme a la democracia, una realidad presente que inquieta a todos los Estados del mundo. Si corporaciones y sectores poderosos tienen tal grado de influencia, necesariamente implica que la democracia es una simple ilusión, una formalidad aparente donde el poder es ejercido cooptando a parlamentarios y sectores políticos.
En ese escenario es absolutamente correcto avanzar en la transparencia del sistema público y administrativo, donde efectivamente observamos avances, aunque aún insuficientes. No cabe duda que la maduración de la democracia pasa por la consolidación del sentido más profundo de lo que significa el derecho y el ciudadano que funda la nación.