Los terremotos, tsunamis, aluviones e inundaciones y ahora se agregan los incendios forestales, que nos vuelven a recordar que somos un país catastrófico. La gran diferencia es que los incendios se originan normalmente por una responsabilidad del ser humano; producto del descuido o malas prácticas agrícolas, aunque hay algo más peligroso y preocupante: la mala intención de quienes lo inician, quizás con qué oscuros intereses .
Gran parte del país está viviendo la amenaza del fuego, se sufre el amedrentamiento de este fenómeno y los más cercanos a las llamas ven con terror como sus casas, animales, emprendimientos de años, son o pueden ser consumidos por el fuego.
"Todos estamos sorprendidos por la cantidad de focos que aparecen simultáneamente y en diversos lugares", afirmación recurrente en los lugares incendiados. ¿Puede todo esto ser producto de la casualidad?
¿Puede ser causado por las altas temperaturas de verano, la sequía, el contacto de los árboles con los cables eléctricos, o el cambio climático?
¡Imposible evitar de pensarlo! la acción terrorista ya varios años en La Araucanía ha utilizado ampliamente el fuego para destruir maquinaria, camiones madereros y predios agrícolas, intimidando a sus ocupantes y llevarlos finalmente a abandonar sus propiedades. El Estado debiera estar en "guerra" con quienes buscan romper su unidad y cohesión con el terror, empleando para ello las armas que legalmente existen en nuestro Estado de Derecho. Los actos incendiarios y otros de violencia política, no se solucionan con diálogos especiales, es necesario el enjuiciamiento y condena de los responsables. ¿Por qué las autoridades no hablan de terrorismo, si hoy 4.800 soldados custodian La Araucanía?
Es necesario, más que nunca, investigar las causas y eventuales actores de estos desastres producto del fuego y preparar y equipar a una organización, con los recursos que sean necesario, reconociendo que para enfrentar y derrotar emergencias de esta envergadura, se necesita una organización integral, junto con una política de planificación para la reducción y mitigación de riesgos y recuperación resiliente, reconociendo los factores de riesgo de cada territorio, definiendo instrumentos para su reducción.
Emile Ugarte
Arquitecto