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Fantasía audiovisual

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Marcelo Mellado

Tengo ganas de cine, de ver y hasta de hacer alguna película. Ya no es tan complicado grabar o filmar, uno lo puede hacer incluso desde su aparato celular. Aunque la base de esa acción es siempre narrativa, hay una escritura que rige la visualidad. Aunque filmemos o grabemos instintivamente, ficcionalmente o no. Las tecnologías audiovisuales han permitido la democratización, por así decirlo, de la cuestión audiovisual. Mi entusiasmo tiene que ver con el mismo cine chileno que yo he visto y con un sobrino con el que colaboro en algunas cosas relacionadas con el tema, y nuestra pretensión es hacer obra con pocos recursos.

Me agrada la dimensión doméstica que puede tener el cine o que, lisa y llanamente, la gente grabe lo suyo, a pesar del exhibicionismo de las redes y de las banalidades familiares, y el horror de la cultura selfie (aunque quizás utilizada de cierta forma, puede servir documeentalmente). En el fondo, me agrada el género de la foto familiar y sus desbordes intimistas. Porque siempre he visto positivamente el ir contra un sistema canónico e impositivo de producción, que implica muchos recursos, es decir, pelearle la hegemonía a una industria que lo determina todo. En parte es lo que ocurre con facebook y youtube, o en términos comparativos es la diferencia entre la comida hecha en casa y la envasada.

Esta cuestión surgió en mí cuando trabajé de profesor en colegios precarios y, por lo tanto, con pocos recursos. A mis alumnos yo los estimulaba a que grabaran con sus teléfonos celulares y luego editaran en un computador doméstico pequeñas unidades narrativas de carácter audiovisual, en el contexto de clases de literatura, para trabajar otros formatos narrativos, además del escrito.

A mi sobrino y a mí, por otra parte, nos gusta este modo de trabajo, porque es una manera de considerar el trabajo artístico como un bosquejo perpetuo, como algo no terminado, que siempre está en proceso, en este sentido ningún material es desechable en un trabajo de arte. Además, creo, que es un buen modelo para los que siempre hemos vivido en provincia, precarizados por los recursos.

Es importante, también, marcar la diferencia con el centro, en el sentido de generar procedimientos de producción de obra marcados por la impronta territorial y no pretender ese martinrivismo del arte nacional, muchas veces obsesionado por llegar a Stgo para hacer las cosas en "grande", cuando pueden hacerse en pequeño o de otra forma, simplemente. Lo que planteo es tan obvio que puede llegar a ser incomprensible, como aquello que de tan sabido se pasa por alto. Como decía un economista descalzo, "lo pequeño es hermoso", yo agregaría que lo precario también puede serlo. No estoy postulando necesariamente el "arte povera" que es una dimensión estética algo sofisticada y primer mundista. La clave de una perspectiva territorial de producción artística y de la otra, es la adecuación del formato autónomo.

Narrar una historia a partir de una sensación o de un bosquejo textual o guion, o, concretamente, imponer la intuición de un ojo observante, es un gesto necesario para un agente creativo puesto en situación provinciana. El desarrollo tecnológico está a nuestro favor, el concepto de globalización lo ratifica. Es sin duda un modo de indagar e investigar en la localidad de turno o en la ciudad que nos toca vivir.

No puedo dejar de tener como anti referencia esa foto posada de una niña que posa sugerentemente ante una cámara de celular, teniendo el gran incendio de Valpo como fondo. Ese descriterio del manejo tecnológico nos impone enfrentar el tema educativamente, pero es un hecho que tenemos los dispositivos de registro del mundo y su uso depende sobre todo de una cultura ético-estética.

Mi fantasía audiovisual reconoce que la tecnología es la fantasía misma con que nos relacionamos con la realidad, tratando de parafrasear a Heidegger. Y el mundo muchas veces aparece como un marco impositivo. Por otro lado, eso que llamamos lo real puede aparecer como una oferta narrativa que habría que capturar.

Si en narrador, como operador interno de un relato, describe literariamente en imágenes la ciudad en que habita; su equivalente audiovisual sería el punto de mira diafragmático de la cámara. Esa mediación puede llegar a ser muy liberadora. El asunto es cómo editar toda esa información o como procesarla, es decir, cómo darle un espesor composicional. Postulo, entonces, una especie de cine doméstico como correlato de una historia que siempre debe estar escribiéndose desde los protagonistas.

Cartelera de cine se renueva con lo más reciente de Woody Allen y Brad Pitt

ESTRENOS. El primero llega con "Café Society" y el glamour del Hollywood clásico y el segundo en "Aliados".
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Amelia Carvallo

Este jueves llegan a las salas nacionales dos películas apoyadas en el romance. Con una trama cargada al humor y el glamour de un Hollywood perdido Woody Allen vuelve con "Café Society"; mientras en "Aliados", Robert Zemekis recurre al misterio de una historia de amor situada en la Segunda Guerra Mundial.

Hollywood dorado

"Café Society" exhibe en sus 96 minutos de duración un abigarrado mundo de estrellas de cine, socialités, playboys, debutantes, políticos y gangsters que pululan por dos ciudades: el Hollywood de aura dorada de los años '30 y los callejones de una nocturna Nueva York.

La historia sigue al joven Bobby Dorfman, una especie de alter ego de Woody Allen encarnado por Jesse Eisenberg ("La red social").

Hijo de un matrimonio judío formado por Marty (Ken Stoot) y Rose (Jeannie Berlin), la mirada de Allen también cubre a su hermano Ben (Corey Stoll), un amoral matón, su hermana Evelyn (Sari Lennick), una bien intencionada profesora y su intelectual esposo Leonard (Stephen Kunken).

Bobby parte rumbo a Hollywood a trabajar con su tío Phil (Steve Carrel), un importante ejecutivo de la naciente industria cinematográfica que le delega a su secretaria Vonnie (Kristen Stewart) que se haga cargo del recién llegado, que no tarda en enamorarse de la encantadora asistente que esconde una relación amorosa prohibida.

Enterado de eso, Bobby vuelve a Nueva York donde trabajará en el nightclub de su hermano gangster "Les tropiques". Ahí conoce a Veronica (Black Lively), una bella socialité que quizás lo haga olvidar a Vonnie.

Todas esas líneas argumentales: el amor, la culpa, el destino y las oportunidades, sirven a los propósitos de Woody Allen para contar una historia de amor agridulce, donde el arrepentimiento no alcanza a sobrecoger pero sí ensombrece una aparente comedia liviana que tributa a las clásicas de Ernest Lubischt.

Sin alcanzar la resonancia de "Blue Jasmine" (2013), Allen entrega una reflexión gentil sobre el amor verdadero.

La cinta número 48

El pasado 1 de diciembre Woody Allen cumplió 81 años y "Café Society" es la número 47 de su filmografía, una cifra que alcanzó haciendo una película por año, en lo que ya parece un rito de creación de un incansable.

Actualmente el neoyorkino trabaja en su película 48, que probablemente estrene a fines de este año y que está ambientada en el nostálgico Nueva York de los años '50.

También se sabe que será protagonizada por la inglesa Kate Winslet, Juno Temple, el comediante Jim Belushi y Justin Timberlake.

Sin título aún, Woody Allen ha escogido nuevamente el lente cinematográfico del italiano Vittorio Storaro, quien en "Café Society" desplegó un sutil uso de la silueta y el color. Storaro es toda una institución en la dirección de fotografía, con trabajos en los 70 como "Apocalipsis ahora" (Francis Ford Coppola) y "El último tango en París" (Bernardo Bertolucci).

Aliados

Formado bajo el alero de Steven Spielberg, Robert Zemekis acumula éxitos como la trilogía "Volver al futuro", "Forrest Gump" y "El náufrago". En "Aliados" intenta un thriller salpimentado con una historia de amor situada en plena Segunda Guerra Mundial, y que parte en una ciudad emblemática del cine: Casablanca, en Marruecos.

La trama sigue a Max Vatan, un paracaidista de la Fuerza Aérea de Canadá interpretado por Brad Pitt, quien en Casablanca se contacta con Marianne Beausejour, miembro de la Resistencia Francesa que encarna Marion Cotillard.

La pareja debe hacerse pasar por matrimonio para llevar a cabo una peligrosa acción que desestabilizará a los nazis. Exitosos en su misión y ya completamente enamorados de verdad, los amantes viajan a Londres donde su amor será puesto a prueba cuando el Servicio Secreto Británico sindique a la mujer como una espía.

Con una puesta en escena impecable en cuanto al vestuario y la ambientación, "Aliados" no logra convencer a cierta crítica que alude a la escasa química entre la pareja protagónica y algunos baches en el guión.

Soundtracks celebrados

La banda sonora de "Café Society" está disponible en Amazon e incluye canciones de Vincent Giordano & The Nighthawks, liderada por un saxofonista especializado en el jazz de los años 20 y 30, además de composiciones de Conal Fowkes, Count Basie y Benny Goodman. El soundtrack de "Aliados", también disponible en Amazon, tiene a las orquestas de Benny Goodman y Artie Shaw, además del trompetista Louis Prima y la francesa, Edith Piaf.