José Luis Ramírez M.
El viernes una falla en la línea de abastecimiento que conecta la desaladora La Chimba, de Aguas Antofagasta, con Engie en Mejillones, activó las alertas.
La planta que abastece al 75% de los habitantes de Antofagasta había paralizado por falta de energía eléctrica y si el problema no era resuelto rápidamente, al día siguiente (24 de diciembre) se producirían cortes en el suministro.
Afortunadamente cerca de la medianoche la generadora repuso la energía, dando un alivio a los nerviosos ejecutivos de la sanitaria y a las autoridades que hasta tarde nonitoreaban la potencial emergencia.
Debilidad
Aunque el problema se solucionó sin afectar a nadie, su ocurrencia denota debilidades en un aspecto clave para el normal funcionamiento de la ciudad, como es el abastecimiento de agua potable.
Hoy la planta desaladora recibe energía a través una línea directa de 40 kms. de longitud que la conecta con Mejillones, la cual funciona de manera independiente a la red que surte al resto de la ciudad.
Sin embargo, dicha conexión está expuesta a contingencias, como la del viernes último, o la registrada en enero de 2013, cuando un camión derribó parte de la postación de la línea de abastecimiento, dejando a gran parte de la ciudad sin agua durante dos días.
Por desgracia, la solución al problema no es sencilla, ya que para funcionar, la planta desaladora requiere 15 MW de potencia constante (similar al consumo de Tocopilla), lo que resulta imposible de suministrar con medios alternativos (motores diesel, por ejemplo).
Otra opción como implementar una conexión de respaldo desde la red local también queda descartada debido a que las líneas de transmisión urbanas no están diseñadas para esa potencia.
Así, ante una interrupción de los procesos de desalinización de agua de mar por fallas eléctricas, más que buscar medios de respaldo, el plan de contingencia de Aguas Antofagasta se enfoca a retomar el abastecimiento de agua desde la cordillera.
Tubería
En la empresa sanitaria explicaron que esto es posible gracias a que la tubería que lleva agua desde la desaladora a los estanques de distribución, en dirección norte-sur, posee la capacidad de invertir su orientación y transportar agua de cordillera, de sur a norte, para mantener los estanques llenos.
Esto se hizo el viernes, y permitió que la comunidad "no sufriera alteraciones en su suministro cuando la desaladora dejó de funcionar", informó empresa, que es administrada por el Grupo EPM.
El uso de agua cordillerana, sin embargo, no resuelve del todo los riesgos, y así lo expone la exdirectora regional de Onemi, Irina Salgado, quien se puso en el escenario de un terremoto que además de provocar fallas de generación o incapacidad de la desaladora (por el movimiento mismo o como resultado de un tsunami), corte la cañería por la cual transita el agua cordillerana.
"Siempre hay que ponerse en los escenarios más críticos y ese es uno que debe considerarse y para el cual la empresa también debe tener una respuesta eficiente", explicó.
Seremi
Ayer el seremi de Obras Públicas, César Benítez, comentó que el gobierno, en efecto, está preocupado por la seguridad del suministro de agua potable en escenarios de emergencia.
Benítez afirmó que ante interrupciones de energía como la del viernes, el sistema demostró seguridad en el sentido que, de inmediato, se recurrió a la fuente de agua alternativa para mantener el servicio en la mayor parte de la ciudad.
El problema, agregó, es que en el sector centro norte existen dos estanques que sólo reciben agua de la desaladora y, por ende, esos clientes (unas 40 mil familias) quedarían sin el recurso en caso de una falla en la unidad.
Pero Benítez coincide en que el gran riesgo lo representa un terremoto que afecte tanto a la desaladora como a los ductos que traen agua del interior.
Por eso, aseguró, "vamos a exigir a la empresa que nos presente un plan de contingencia y que realice las inversiones necesarias abordar todas las vulnerabilidades, incluidos los peligrosos naturales".