Hay dos casos que han calado hondo en la opinión pública nacional, ambos vinculados a los negocios y las inversiones: Alberto Chang y Rafael Garay, dos personalidades con estudios, indudablemente inteligentes y con un pasar financiero muy por sobre la media.
Las historias han dado para mucho, por las sorprendentes vidas que llevaban, por el engaño que hoy acusan muchos de sus exclientes y porque, aparentemente, huyeron del país, enfrentando hoy polémicos procesos de extradición.
Varios analistas han puesto en discusión la avaricia como una razón fundamental para entender el accionar de ambos ejecutivos. La avaricia de ellos y de buena parte de los usuarios que creyeron en la promesa de mucho dinero fácil.
Chang, acusado de presunta estafa piramidal y fraude está en Malta. Durante años tejió una red de amistades poderosas, tanto en lo económico, como en lo político.
Garay, acusado de supuesta estafa, está hoy en Rumania. Igual que Chang, durante años construyó una identidad de éxito, fortuna, amplificada por los medios de comunicación que lo catalogaron de experto en asuntos de inversión.
La avaricia es definida como el afán de poseer muchas riquezas por el solo placer de atesorarlas sin compartirlas con nadie. ¿Calza esta definición con ambos casos?
Las historias recuerdan un caso mundial como el de Bernard Madoff, quien realizó un fraude que alcanzó los 52.000 millones de dólares, lo que lo convirtió en el mayor caso llevado a cabo por una sola persona.
Indudablemente el país ha cambiado y distintos comentaristas han puesto de relieve un hecho particular, cual es el peso de lo económico, del dinero, en nuestras vidas. En Chile el valor simbólico del éxito económico es tan creciente, como el desapego por el saber o la cultura, al menos en lo público.
El problema es que un país en el que vale más el tener que el ser, la posibilidad de generar antivalores es creciente, aun cuando no se trata de conceptos que colisionen directamente entre sí. Cultivar el alma es igual de relevante, igual de importante. No puede olvidarse.