Historias de Antofagasta
Desde hace 110 años, 'El Mercurio, de Antofagasta', permanece vivo entre sus lectores los que confían en sus páginas, se informan de lo que acontece en su ciudad, pues eso sí le interesa, después, la región, el país, el mundo; con discrepancias o adhesiones se mantiene; a veces, con páginas máximas, otras, mínimas; con ediciones especiales, segundos cuerpos, acarreo de copioso publicidad; con inserciones para adherir o rechazar; del gran formato, o tamaño mercurio, monocromo, a veces, "oloroso" a tinta fresca, al tamaño tabloide, a todo color y más pequeño.
Como todo ser vivo ha tenido distintas etapas, algunas de fuerte regionalismo para encarar a los "caciques del Mapocho", por la despreocupación frente a la ciudad y los exiguos fondos asignados; campaña para que existiera una universidad, tanto, que a la postre nacieron dos casi de forma paralela, cristiana y laica; a lo que no se debe restar páginas dedicadas a la pésima conducción de las "autoridades" locales, tanto designadas como electas; algunas memorables en su insistencia: la falta de luz, de agua, la calidad de la misma, como ocurrió con el fatídico arsénico, cuyos puntos blancos en nuestra piel, mantendremos hasta convertirnos en polvo, cual indeleble sello de la otra "antofagastinidad".
Con noticias que se llevaron en el tiempo preciso, que obligaron a reimprimir más de una cuartilla, o a ofrecer, una "segunda" edición actualizada, incluso, con promoción a través de pizarra y tiza, en su entrada. Otras, donde "tras la paletada, nadie dijo nada" y el evento, suceso, noticia, no se registró. Lo mismo con Narraciones Históricas de Isaac Arce. El eje temporal, no perdona. Es un medio necesario, de eso nadie duda.
Entregó portadas teñidas de roja sangre: explosiones (Chuquicamata) o en el puerto ("María Elizabeth"); volcamientos y choques; asesinatos aún no esclarecidos y otros, con ayuda de la fraseología, "noticias en pleno desarrollo", o que "serán detenidos en cualquier momento"; páginas en el antaño "Hilachas", dedicadas a la chimuchina local: "el chisme de pasillo" o "la cadena de dimes y diretes" o cuando se intentó revelar acciones de los "de cuello y corbata" que de la noche a la mañana se acallaron debido a que "una noticia tapa a la otra". Si hubo hasta una edición rimada, en todos los títulos, gracia concedida al maestro, periodista y poeta, Andrés Sabella.
Antofagasta, tierra generosa, ha entregado periodistas de excepción, aunque no hayan escrito para este medio: los Premios Nacional: Luis Urzúa, "el chato" Urzúa o "Topón de Siete"; Lenka Franulic, "De pollos y pollitas", a la capital del reino; Luis Hernández Parker o "HP"; Luis Goyenechea Zegarra o "Lugoze" (primero en El Abecé, aunque para la empresa creó el personaje "Perejil"). O los de casa (primero en calle Baquedano, hoy en la actual Matta), en teatro, para el director Julio Asmussen U.; en deporte, Homero Ávila Silva, "Hoasi" o por su blanco atuendo: "Paleta de Coco", también Nacional; en fotografía, y en negativo, el "Negro" Rolando Gómez; en ilustración gráfica, Cayetano Gutiérrez Valencia, "Zayde"; Alfonso Meléndez o "Amel"… y más.
Colaboradores, lista extensa, algunos locales, como Neftalí Agrella; Augusto Iglesias Mascarregno, primero en la competencia El Abecé, desde donde provendrán varios, incluso, a la dirección de éste; Andrés Sabella, Ketty Farandato P., Marina Teresa Castro; otros asentados: Aníbal Echeverría y Reyes, Emilio Vaïsse u "Omer Emeth", Ismael Larraín Mancheño, Gabriela Mistral, Antonio Rendic, Augusto Silva Triviños, Mario Bahamonde, Chely Toro; o aquellos que nunca la conocieron: Ramón Gómez de la Serna, Caratulo Méndez u otros de nombres foráneos absolutos, conocidos o desconocidos, incluso políticos y tantos solo con seudónimo, "Raúl Detachi", "Paul Verite", "Mauritzius", "Dra. Fraga", "Chango", "Herakles", o anónimos, como se estilaba.
Miembro Academia
Chilena de la Lengua
Sergio Gaytán