Hermana Elsa Abud C.D.M. y la cultura antofagastina
Este jueves 8 de diciembre, festividad de la Inmaculada Concepción, se cumplen 16 años del fallecimiento de la Hermana Laura Elsa Abud Yáñez.
Su deceso en Buenos Aires se dejó sentir, especialmente, en muchos corazones de antofagastinos que tuvieron el privilegio de asistir a su cátedra universitaria de "Literatura Universal". Bienaventurados aquellos, sus alumnos, que escuchándola llegaban a entender que el conocimiento de las literaturas nacionales, requiere de un soporte específico: el gran legado cultural de esa literatura donde las musas abren caminos por la épica, la dramaturgia y la lírica, con obras de Homero, Esquilo, Sófocles, Eurípides, Safo, Horacio, Virgilio para, recién, asomarse a los aportes de un Dante Alighieri u otro insigne hombre de letras.
Su presencia entre nosotros fue un permanente fluir de la mejor literatura, sólo comparable a su espiritualidad y eclesial entrega a la Compañía del Divino Maestro.
Laura Elsa Abud Yáñez sirvió al Señor y como religiosa y docente, llegó a Antofagasta el martes 25 de marzo de 1958. De esto, a la fecha, hacen exactamente 58 años.
Su Universidad, "la del Norte", no sólo tuvo a la Directora de la Carrera de Pedagogía en Inglés, sino que también, para la difusión del pensamiento eclesial cristiano católico, dispuso de una excelente y experimentada libretista radial.
Entre 1941 y 1946, martes, jueves y sábado, a las 18,30 o 19,15 horas, en Radio Rancagua "C. O. 109", su voz ofrecía la "Audición de Preparación al Segundo Congreso Eucarístico de Rancagua" o la feminista "Audición del Consejo Diocesano de AJCF para la Diócesis de Rancagua".
En tres cuartos de su vida predominó su condición de libretista y aun así se dio tiempo para escribir obras de teatro, poesía, ensayos literarios, artículos periodísticos amén de haber sido conferencista habitual en los más diversos escenarios culturales.
En el diálogo y en sus clases de literatura, atraía con su oratoria. Su palabra coordinaba pensamientos que en su progresión no sólo resultaban suficientes, sino que contribuían a nuevos conocimientos literarios.
Sus alumnos de esos días, como algo natural opinaban acerca de obras de Shakespeare, Goethe, Dostoievski, Tolstoi, John Steinbeck, T.S. Eliot, O. Wilde, Franz Kafka, Marcel Proust, Albert Camus, Virginia Woolf y un largo etcétera donde resuenan sólo agradecimientos.
El mejor de los recuerdos siempre queda para una futura ocasión. Algo hay en ese decir y, dado que si nadie se atreve a refutar su verdad, lo acataremos como garantía para un próximo texto que honre a nuestra maestra, colega y amiga Hermana Elsa Abud.
Osvaldo Maya Cortés