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¿Dos Chimbas?

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Los nortinos reconocemos el vocablo quechua "chimba", como ese terreno que está en la otra banda, al otro lado del que se ubica el hablante. Por esa razón, Chile tiene muchísimas "chimbas"… Todo lo que estaba al otro lado del río, de la quebrada o del valle, era llamado "chimba".

Talvez esa fue la razón por la que Juan López llamó "chimba" al lugar donde levantó su rancha. Simplemente porque el paño de playa en que varó su "Halcón" estaba al otro lado de la "Peña Blanca" y de los bajíos "Town", que cierran el sector costero del actual hotel Antofagasta. El histórico peñón quedó sepultado por la dársena que se construyó en el Club de Yates. Con suerte, se salvó el faro. Del tramo de playa de arenas pardas no queda nada: quedó debajo de miles de toneladas de hormigón, aplastado por la urbanización del sector.

Y parece lógico suponer que esa misma razón sustenta la toponimia de la otra Chimba, esa que comienza en la playa, con una isla llamada "Huamán", que quedó conectada al continente a fines de la década del sesenta, para habilitar el tendido de una línea destinada a recibir gas licuado, que llegaba por vía marítima. Porque quienes recalaban en el sector, hacían socaire con dicho islote, por lo que la playa "quedaba al otro lado" de la isla y de la pequeña rada, conformada por la isla y el tramo costero aledaño.. Claro que esta "chimba", más boreal que la primera, se proyecta en una quebrada que hiende la cordillera de la costa y se aventura un par de kilómetros por esa sierra. Por muchos años ha sido empleada como el escenario ideal para el escultismo local, aunque ahora la quebrada, su flora y su fauna, se ha visto amenazada por el vertedero y todo ese caudal de inmundicias y desechos.

Entre ambas "chimbas", distan unas diez millas, pero ambas son la esencia misma de lo que es la bahía de San Jorge, con roqueríos imponentes, insidiosos y un caudal de recursos, que por largos años prodigó pescados y mariscos a los antofagastinos del ayer.

Jaime N. Alvarado García

Mural de la Casa Gibbs recuperará su esplendor tras restauración

IDENTIDAD. Intervención presenta un deterioro del 60% luego de ocho años.
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Daniel Contreras Palma

Una de las intervenciones artísticas de mayor envergadura e impacto estético de la ciudad recuperará una vez más su esplendor.

Se trata del mural "Una estación de ferrocarril con próceres en la historia de Antofagasta", obra del artista Luis Núñez San Martín, la que será restaurada luego de ocho años desde su inauguración.

Hoy tras casi una década expuesto a las condiciones naturales del clima y el factor humano, la gigantesca pintura emplazada al costado sur y oeste de la centenaria Casa Gibbs, presenta un importante deterioro.

Una preocupante situación que motivó a la Corporación Proa -organización que impulsó la creación del mural en 2008- a levantar una campaña (en colaboración con El Mercurio de Antofagasta) para refaccionar esta atractiva obra de gran valor para la comunidad.

"El mural presenta un deterioro del 60%. El daño que tiene lo atribuyo en gran medida al paso del tiempo, la polución, la radiación, y en menor medida al daño causado por la comunidad", explicó el autor del mural, Luis Núñez.

La restauración tiene un costo total de $55 millones. Los trabajos se llevarán a cabo gracias a aportes públicos y privados, entregados por Rockwood Lithium ($25 millones) y recursos FNDR 2% Cultura ($20 millones). Sin embargo, aun faltan por cubrir $10 millones, dineros que la Corporación Proa espera conseguir a través de la empresa privada.

Técnica de trabajo

¿Qué tipo de técnica de restauración es la que se utilizará en esta obra?

-El proceso de restauración consiste en raspar y limpiar para que después la pintura que vamos a utilizar se pueda adherir de buena forma a los muros. Vamos a mantener siempre los personajes, los dibujos y la acción que muestra el mural.

Por otra parte, vamos a realizar un repintado en algunos de los dibujos que están desteñidos. Rescataremos los colores que originalmente estaban, saturando un poco la tonalidad, cosa que, con el paso del tiempo se mantenga y que sea mucho más largo el periodo de durabilidad.

¿Qué plazos se han fijado para reinaugurar el mural?

-Para nosotros sería muy importante poder entregar este trabajo enmarcado en el aniversario de Antofagasta en febrero próximo.

Teniendo en cuenta que el mural de la Casa Gibbs fue su primera intervención de estas características, ¿tiene un cariño especial por esta obra?

-Antes de abordar un trabajo gigante como este no lo había hecho nunca. Tal vez mis pinturas más grandes en esa época habían sido de 2x2 metros. Por lo tanto es mi trabajo más querido. Obviamente verlo en las condiciones en que está me da un poco de pena, pero también alegría por la posibilidad que tenemos de restaurarlo y volver a revivirlo como fue el día que lo inauguramos.

Durante estos ocho años varios mitos han surgido sobre el mural. Uno de ellos es que su madre está representada por una mujer que se asoma en un balcón, ¿qué hay de cierto?

-Esa es una pregunta que me han hecho muchas personas. Pero no es verdad. Efectivamente en la pintura hay una mujer que se asoma por un balcón , pero en ningún caso es mi madre. Ni siquiera se parece (risas).

El mural además de representar un estación de trenes de la época salitrera, también retrata a personajes históricos de Antofagasta como Lenka Franulic, Chela Lira, Matías Rojas, Antonio Rendic, Andrés Sabella, José Santos Ossa, José Papic, Nora Vera, Maximiliano Poblete, José Trevizán, Luis Silva Lezaeta y Mario Bahamonde Silva.

En su restauración trabajarán los artistas Luis Núñez, Benjamín Contador, Camila Díaz y Carlos Massardo.