Colombia y la comunidad colombiana presente en Antofagasta y el país vieron con sorpresa el fracaso del plebiscito por el acuerdo de paz alcanzado entre el gobierno de ese país y la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc).
Como es conocido, y contra todos los pronósticos previos, ganó la opción "No", que rechazó la iniciativa que por cuatro años llevaron adelante el gobierno cafetero y los paramilitares en Cuba, bajo patrocinio del régimen de la Habana. Allí se cuajó un documento de 297 páginas con varios puntos que dividieron a la opinión pública y a los políticos de ese país, pero que ya era celebrado con la presencia de varios líderes iberoamericanos, recién la semana pasada.
Al final, el 50,21% de los colombianos -seis millones y medio de votos- dijeron que "No", alternativa que echó por tierra un acuerdo calificado de histórico en su momento.
Analistas y ciudadanos de ese país han puesto el acento en las prerrogativas alcanzadas por las Farc en el acuerdo. Impunidad después de 40 años de lucha armada, tiempo en el cual concretaron delitos terribles: muertes, extorsión, secuestros, narcotráfico, con el consecuencial desplazamiento de personas.
Varias víctimas de las Farc, viven precisamente en Antofagasta, ciudad a la que debieron huir ante las amenazas de la guerrilla.
A todo lo anterior se sumó el apoyo financiero para los descolgados y la garantía al partido político en el que se convertirían las Farc: de cinco escaños en el Senado y cinco en la Cámara de Representantes para los dos siguientes períodos legislativos.
Y aunque el rechazo al acuerdo -en el plebiscito- no significa una continuación de la guerra, debe quedar en evidencia que el resultado es complejo para la administración del Presidente Juan Manuel Santos, que se jugó por esta alternativa y abre una cuota de incertidumbre respecto al futuro, aunque las propias Farc han insistido desde el domingo que mantendrán el "alto al fuego" y están convencidas de lograr un acuerdo como el negociado hasta ahora.
Colombia deberá seguir buscando el necesario cierre de un proceso doloroso para toda Latinoamérica.