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ONG alertó de un nuevo ataque aéreo a un hospital de la zona rebelde de Alepo

OFENSIVA. Damasco, con el apoyo de Rusia, intenta recuperar el área. El hecho causó un muerto y daños materiales.
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Al menos dos barriles explosivos, arma que usualmente utilizan las fuerzas del Presidente Bashar al Assad, alcanzaron ayer el hospital más grande de los barrios de Alepo controlados por los rebeldes, bombardeado ya hace tres días, informó la ONG Syrian American Medical Society (SAMS).

El hecho causó un muerto y daños materiales al hospital, informó a EFE el director del Observatorio Sirio de Derechos Humanos, Rami Abderrahman. El recinto ya había sido bombardeado el miércoles junto con otro hospital, el segundo más grande del área, algo que el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, calificó de "crímenes de guerra".

Daño a infraestructura

Ambos hospitales quedaron fuera de servicio por los bombardeos del miércoles, reduciendo de cuatro a tan solo dos el número de centros con servicios quirúrgicos que quedan en la parte oriental de la ciudad, la que está bajo control de grupos opositores, según Médicos sin Fronteras, que también opera los recintos hospitalarios.

El este de la ciudad, en manos de los rebeldes, es objetivo desde el 22 de septiembre pasado de una nueva ofensiva del régimen sirio, respaldado por aviones rusos, lo que ha elevado las tensiones entre Rusia y EE.UU., que el 12 de septiembre habían negociado un alto el fuego de siete días en Siria.

De hecho, ayer Moscú advirtió a Washington sobre las "graves consecuencias" que tendrían eventuales ataques norteamericanos contra el Ejército sirio.

ataques contra centros médicos se registraron el año pasado en Siria, según la OMS. 135

de septiembre se inició una ofensiva de Damasco, con apoyo de Rusia, para recuperar Alepo. 22

Réquiem por la víctimas de la violencia

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El Presidente de Colombia Juan Manuel Santos y el Comandante Rodrigo Londoño, "Timochenko", firmaron un Acuerdo de Paz que decreta el fin del conflicto armado interno más antiguo de América Latina. El acuerdo movilizó recursos geopolíticos transnacionales no sólo en la región. Noruega fue oferente de la primera etapa de negociaciones y los resultados han sido sancionados por la ONU, con apoyo de países como Estados Unidos.

El acuerdo no supone la "derrota" de ninguna de las partes en conflicto, con las FARC-EP activas y el Estado dispuesto a reprimir. Como en toda guerra, el peso de la verdadera derrota recae sobre millones de víctimas.

Esta guerra acusa su origen en el mito fundacional de Marquetalia (1964), cuando un contingente militar intentó exterminar los vestigios de las guerrillas liberales alzadas en armas. Sin embargo, el enfrentamiento entre guerrilleros y fuerzas estatales es heredero de las deficiencias de la institucionalidad que llevaron a los dos partidos históricos -liberales y conservadores- a numerosas conflagraciones, desde las disputas caudillistas del siglo XIX y la Guerra de los Mil Días (1899-1902) hasta hoy.

La histórica persistencia de la violencia en Colombia ha supuesto inmensas pérdidas. Aunque cifras oficiales estiman que las víctimas del conflicto asciende a 220.000, las "otras" víctimas indirectas de esta y otras guerras civiles dibujan un drama humano inconmensurable. Los "balígrafos" con los que se firmaron la paz en Cartagena llevan una inscripción que grafica el tánatos de Colombia. Las balas habían escrito todos los capítulos de la historia colombiana a la fecha.

En su discurso tras la firma, "Timochenko", jefe de las FARC, hizo extensa referencia al drama humano de la guerra. El Acuerdo de Paz en Colombia se erige, con solemnidad y respeto, sobre la memoria de los millones de víctimas de los conflictos vigentes en el mundo y - luego de su refrenda plebiscitaria - podrá representar un modelo para poner fin a todas las guerras civiles que envuelven a sociedades desgarradas por la violencia.

En medio de este trance histórico se yergue, también, la oscura figura de Álvaro Uribe, presentándole oposición férrea a los términos del acuerdo. Acusa Uribe que el acuerdo promueve impunidad, mientras disfruta de un escaño en el senado tras múltiples y documentadas acusaciones de vínculos con el paramilitarismo. Uribe representa los últimos ecos de las malignas fuerzas del siglo XX en América Latina, culpables de condenar a los más desposeídos a la soledad que acusaba García Márquez, fuerzas que persisten en negarle a las víctimas una segunda oportunidad en esta tierra.

Javier Puente

* Instituto de Historia

Pontificia Universidad Católica de Chile