El circo de "Las mil y una noches" que sacó aplausos
El joven y premiado autor Andrés Montero debuta en la novela con "Tony Ninguno", ambientada en un circo pobre que cambia su suerte gracias a una trapecista que cuenta las historias de Sherezade en cada función. El periodista gastronómico Carlos Reyes publica "Viaje al sabor", libro que parte con el orégano de Socoroma y termina en un bar de Punta Arenas. Son ocho historias en las que también se cuela la comida china de Chile.P2-3 La película de la francesa Julia Ducournau provocó desmayos en el Festival de Toronto y consiguió algo que siempre han buscado las cintas de horror.P4
La foto más reciente de la cuenta Facebook de Andrés Montero (1990) lo situaba cruzando la frontera con Argentina en vehículo. Viaja con su esposa, su compañera en la compañía de cuentacuentos "La matrioska". Una nota de prensa del diario argentino "Página 12" cuenta que ya está en Buenos Aires, en el Festival interamericano "Palabra mía", primera parada en busca de historias orales en un camino que contempla también Uruguay, Brasil y Paraguay. Ese espíritu es el que está presente en "Tony Ninguno" (La Pollera Ediciones), que narra la historia de un circo que deambula por pequeñas ciudades del norte de Chile.
La novela comienza con la llegada del libro "Las mil y una noches" y un misterioso niño al circo de los Garmendia. Sigue con el lento aprendizaje de la protagonista de la novela: una joven trapecista haciéndose mujer. Es una Sherezade que cautiva pueblos que llenan las funciones, cambiando el estigma de pobreza del circo. El espectáculo lleva consigo muchas mujeres, hombres fuertes y envejecidos, acróbatas, payasos y otros números que hoy nos resultan difíciles de imaginar, como un payador.
Montero anda con algunas copias de su libro bajo el brazo. El año pasado lo postuló como inédito al concurso de novela del diario "Clarín", donde han triunfado prestigiosos escritores. "Tony Ninguno" fue finalista, llegando a la glamorosa premiación que no lo bendijo con el primer lugar. Pero ese es solo uno de los pedigrí del libro. También fue también finalista de los Juegos Literarios Gabriela Mistral de la Municipalidad de Santiago y ganó el premio Pedro de Oña de la Municipalidad de Ñuñoa.
-Tony Ninguno muestra el mundo privado del circo, ¿cómo te documentaste?
Andrés montero dice que es un consumidor de literatura chilena joven y que le costó encontrar historias de circo.
Ocho relatos para recorrer Chile con el estómago
"Tony Ninguno"
Andrés Montero
La Pollera Ediciones
149 páginas
$8.000
la gente se desmaya en el cine con "RAW"
KU
CULTURA & TENDENCIAS
18 de septiembre de 2016
suplementoku.cl
Por Cristóbal Gaete
-Revisé todo lo que encontré, aunque en Chile no es mucho. Leí 'Años de circo', de Pilar Ducci, y 'La gran familia', de Ilan Oxman, excelentes trabajos de investigación del circo chileno. Además me ayudé con películas como 'El circo Chamorro' y otras más conocidas como 'La strada'. Lo fundamental fue visitar el Circo de los Hermanos Tapia. Pasé unos días con ellos en Rengo, durmiendo en carpa adentro de la carpa. Ahí terminé de armar todo.
-A tí, ¿te gusta el circo?
-Trato, o trataba, de ir bastante al circo de pueblo, al clásico, pero es decepcionante ver que de repente aparece un número que son dos payasos vestidos de Barney o Bob Esponja. Se trata de llevar a esos personajes de TV a los niños de los pueblos. Se mantienen muchos números, pero payadores y peleas, no. Además que tampoco han sido nunca tan comunes. Sí me tocó ver en Frutillar a un payaso recitando un poema hermoso, que creo que era de Óscar Parra, pero la gente empezó a pifiar porque no era divertido.Sobre el circo en particular no me parece que haya mucho escrito desde la literatura chilena, o al menos yo encontré muy poco. Patricio Jara se ocupa de este espacio en "Quemar un pueblo", y por supuesto que el circo es mencionado en otros libros, pero más de pasada. Creo que no me equivoco al decir que no hay mucho más.
-Hay una tendencia de autoficción en los narradores jóvenes. Tu novela la rompe. ¿Por qué?
-Soy un consumidor de literatura chilena joven, disfruto la lectura de la autoficción, pero se está agotando el recurso y ya me aburrí. A esta altura, cuesta diferenciar autores y personajes, porque son muy parecidos, tienen los mismos problemas, siempre en capítulos muy breves, con estilo directo. Últimamente quedo con la sensación que leo un estado de ánimo, y no una novela. Y claro, para eso mejor leo poesía.
-¿Tu autor favorito?
-En estos días es Cristián Geisse, un "premoderno", como comentó el otro día un crítico, incluyéndome también en esa categoría. De los últimos años me gustó "Nancy" de Bruno Lloret, "Casa volada" de Francisco Ovando, siento que hay otro juego en esos libros. "Lo insondable", cuentos de Federico Zurita, me pareció una joya. Todos salieron de la autoficción y los coletazos de la dictadura.
-¿Qué te mueve al escribir?
-El juego de ir y volver, desdibujar los límites de la realidad y la ficción y la importancia de la trama, tan devaluada por estos días. No tomé un momento cualquiera de la vida de los personajes, sino que conté su gran historia. Eso es lo mío: las ganas de contar una historia.
-Has publicado otros libros antes, cuéntanos de ellos.
-Mi primer libro fue "La inútil perfección y otros cuentos sepiosos" (LOM, 2012). Son cuentos reunidos que fueron premiados en diferentes concursos. No hay una estructura general, como me gustan hoy los libros de cuentos, pero creo que son buenos. Muchos de ellos los narro en mi oficio de contador de historias. El segundo libro es "Alguien toca la puerta. Leyendas Chilenas" (SM Ediciones, 2016), que son cuentos juveniles. Son historias que armé a partir de leyendas. El contexto es el viaje por Chile. En las funciones, al ver que los cabros enganchaban con este tipo de relatos, me animé a pasarlos de lo oral a lo escrito.
-¿Cómo fue lo de "Clarín"?
-Cuando llevé los tres anillados del libro "Tony Ninguno" a Correos de Chile para enviarlos a Buenos Aires, fui informado de que el costo de envío era más de 30 lucas. Llevábamos media hora intentando encontrar la caja adecuada y todo, y el guardia me ayudaba de buena onda. Pero 30 lucas excedía a lo que yo podía pagar, así que dije que lo sentía, pero que no iba a mandar nada. Cuando me iba yendo, el guardia me dijo: "joven, pero ¿y si gana el concurso? Yo que usted la mando". Y claro, después de esa señal del universo la mandé nomás. En la premiación en Buenos Aires tenía lista mi anécdota para el discurso, pero ganó un colombiano y nunca la pude contar.
gentileza del autor