"Uno de los últimos 'pijes' de la Cuarta histórica que habita en la memoria de todos los bomberos de Antofagasta"
El trabajo marca al hombre en toda su existencia, le da sentido a su vida y personalidad a su carácter… el mar y el puerto son una combinación exigentes de elementos que requieren valentía y tesón en el diario vivir de un trabajador. Dicen que la fuerza indomable del mar debe ser detenida en los cimientos robustos de los puertos del norte para logra que el trabajo y los productos de esta tierra de mineros lleguen al mundo en mil barcos gigantes cargados de ese oro metálico llamado cobre. Es por eso que cada uno de los portuarios deben ser hombres duros, templados en el rigor del trabajo que los hace capaces de soportal los embates más duros de las olas y las embestidas que te da la vida por fuerte que sean las mareas de los tiempos. Sin duda mi Director Honorario Luis Carvajal Muñoz es uno de esos hombres de mar que terminada su jornada, estibados los barcos y finalizada la faena no se iba a descansar a su hogar, por el contrario la práctica bomberil y la limpieza y pulida de los señeras piezas de bronce que formaban el material de ataque de su compañía lo esperaban en su cuartel para alcanzar en el trabajo de estos jóvenes cuartinos la brillantes y eficiencia que la historia del trabajo bien hecho de la Cuarta les reclamaba.
Es mi Director Honorario Luis Carvajal Muñoz junto a Sergio Varela Aguirre tal vez los dos últimos estandartes de una Cuarta histórica, elegante, romántica y echa a pulso con el sacrificio de todos sus integrantes. Una Cuarta que dio y da lecciones de respeto y caballerosidad bomberil, aun en las más duras circunstancias que le ha tocado vivir a este Cuerpo de Bomberos de Antofagasta. Una cuarta que construyo su cuartel con la elegancia y majestuosidades que fue señera para los bomberos de Antofagasta que vieron en esas paredes antiguas el modelo de lo que una casa bomberil debía ser. Desde este tiempo presente saludamos y reconocimos a estos cuartinos ilustres entre ellos Don Luis y Sergio que tuve la dicha y el honor de conocer.
Te recuerdas viejo amigo, maestro Otto, de los incendios que apagaste con los pijes de la Cuarta, si esa magnífica Cuarta de paño verde elegante y estrellas de bronce viejo y noble que brillaban señeras en la noche humilde de una ciudad que reconocía en sus bomberos a los héroes y campeones que toda sociedad pequeña debe tener. Y efectivamente eran sus héroes de chaqueta y casco negro con un número brillante al frente, que defendían la ciudad de las hogueras más grandes y destructivas que nuestra historia de aldea minera recuerde. Sumérgete amigo en esas fotos antiguas sin color ni pixeles junto al carro fargo con tus amigos de negra chaqueta y brillante Cuatro volviendo de un incendio o ejercicio por las calles polvorientas de la ciudad, cantando su himno poético, ellos están aquí, en estos salones viejos y ríen contigo con la alegría del bombero viejo que cumple su misión.
Cuando la Cuarta y sus bomberos te necesitaron siempre estuviste allí defendiendo el color verde y el número cuatro con el corazón y coraje de un hombre noble que no sabe de maldades ni dóblese. Ocupaste todos los cargos que un caballero del fuego puede ocupar en su compañía desde un modesto y joven teniente a disputar y ganar la capitanía y dirección de tu Cuarta querida a grandes bomberos Cuartinos que en el tiempo se quedaron. Desde este espacio meritoriamente ganado, con los años apareció el justo reconocimiento de todos los bomberos de Antofagasta para nombrarte Director Honorario de Cuerpo de Bomberos de Antofagasta, cargo que has ejercido con la responsabilidad y la justicia que tu trayectoria bomberil te exige y tus principios de hombre justo te demanda.
Ha terminado la tarde y la noche comienza a llegar a la ciudad de Antofagasta, las ajetreadas faenas del puerto descasan como olas mansas que bañan y acarician los cimientos de hormigón de un puerto en reparador descanso, los barcos se mesen con la solemnidad y quietud de "un niño al amparo maternal". A esta hora comienza a reunirse la Bomba Arturo Prat en el cuartel general y los grandes Cuartinos exigen que la lista se pase a la hora, rápidamente el capitán informa las novedades de la Compañía y las paredes altas y desnudas de ese Centenario Cuartel General son testigos privilegiadas de los reportes del mando activo.
Terminada la lista, sabidas las novedades, discutidos los puntos, hechas las diferencias. Es el tiempo de la fraternidad, cuenta la leyenda que un paño de verde intenso, salido presuroso y clandestinamente de un estante oculto emergía a cubrir la mesa de juego de los grandes bomberos del romanticismo, allí un joven muchacho que labraba su futuro de hombre de familia, trabajador y bombero se sentaba a la mesa de los Grandes, solo con sus ganas de triunfo y los dineros de otros. Todos sus compañeros confiaban en su astucia e inteligencia para revolcar y hacer caer a estos altos y poderosos estandartes de verdes corazón que dirigían la Cuarta Compañía, el Cuerpo de Bomberos, las logias y el comercio de la ciudad. Ellos se erguían majestuosos en el poder mismo de la pujante Antofagasta que los reconocía como gentiles hombres y benefactores de muchas obras de caridad y altruismo. El dinero verde del país del norte aparecían de la nada, los dólares era la moneda oficial de la Cuarta compañía en esa época, casi como tan rápido aparecían los dólares se extinguía el whisky importado en las copas sanas de la amistad y fraternidad bomberil, llegado a la ciudad en los vapores que el mismo voluntario Muñoz descargaba en sus turnos de trabajo. Las horas de la noche daban paso al cansancio de los cuerpos y Antofagasta comenzaba a saludar cordialmente el día nuevo que llegaba, los viejos y poderosos bomberos de la cuarta volvían a su hogar para en unas pocas horas más abrir sus tiendas, bancos y comercios. Los jóvenes cansados y felices contaban las ganancias en relucientes billetes verdes ganados hábilmente por su Campeón que en duras y extenuantes horas de juego limpio demostraba claridad de pensamiento y velocidad de acción.
Ha pasado el tiempo Don Luis, los grandes y poderosos cuartinos de antaño se han ido silenciosamente cantando su himno antiguo. De esos grandes hombres es usted uno de sus últimos sobrevivientes que cuenta su historia con la verdad de los grandes. Cuéntenos ahora esas historias de triunfos y derrotas que toda compañía de bomberos tiene a su haber y que en los años de vida institucional solo las engrandecen. Pero por sobre todo déjeme agradecerla las de aventuras de un hombre bueno que vistiendo la chaqueta de paño verde y dorada estrella, solo supo engrandecer a su compañía y tenderle siempre la mano a los muchachos de da la Cuarta….. sus eternos Compañeros.
Voluntario 2272
Crónica leída en Directorio General del Cuerpo de
Bomberos de Antofagasta el
día 9 de diciembre 2013
Ricardo Rabanal Bustos