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"Los desafíos de la nueva ciudad vertical"

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Si bien en el imaginario colectivo de los chilenos, las grandes ciudades se expanden aceleradamente hacia la periferia, la evidencia refleja todo lo contrario: en los últimos años, el área urbana inició un ciclo de crecimiento caracterizado por la densificación. Este fenómeno, al que denominamos Infilling, se traduce en una creciente demanda por vivir en la zona centro, borrando una imagen que fue muy potente en los 90: una casa con un gran patio en los suburbios.

La Antofagasta de hoy no es la misma de 20 años atrás, cuando cerca de un 60% de la demanda por viviendas nuevas era por casas. La situación se invirtió y hoy un 61% prefiere vivir en un departamento bien ubicado y no en una casa suburbana.

¿En qué minuto pasó esto? El infilling surge por la combinación de cinco grandes cambios que denominamos las 5T. La primera es la transición demográfica, o sea, el cambio de estructura de los hogares, ahora cada vez más pequeños y con segmentos como los divorciados, adultos mayores, familias uniparentales o estudiantes que viven solos, que prefieren la practicidad de un departamento. La segunda "T" son los tiempos de viaje, cada vez más largos, producto del explosivo incremento del parque automotriz, lo que incentiva a las personas a preferir ubicaciones cercanas a las oportunidades laborales y el equipamiento de la ciudad. Le sigue el temor y específicamente al temor a vivir en una casa, versus la sensación de seguridad y protección que da un departamento. Por último, los terrenos son cada vez más escasos para desarrollar casas, y la transformación de ciertas políticas públicas ha incentivado un regreso al centro de la ciudad.

Estos cambios naturalmente impactaron también nuestra forma de vivir la ciudad. En Antofagasta ahora se vive en altura, en comunidades verticales y en espacios más reducidos. Muchos barrios se reciclaron para recibir a estos nuevos habitantes. A los clásicos almacenes se les sumaron otras alternativas como grandes centros comerciales o strip centers. También se rentabilizó el tiempo inútil durante los viajes y muchos se subieron a la bicicleta u optaron por moverse caminando. Se suman los nuevos íconos de la ciudad densificada como el ascensor o el conserje -quien puede llegar a administrar la vida de 200 familias- enfrentando el desafío de gobernar la vida en comunidad.

Como casi todo en la vida, hay beneficios y perjuicios de una ciudad que se ha ido compactando. La cara amable de esta "nueva Antofagasta" permite ahorrar tiempo y costos de transporte o ampliar las posibilidades de acceso a viviendas en barrios con equipamiento y buena infraestructura. Sin embargo esta densificación también ha desatado varias controversias como la construcción de edificios en barrios residenciales, el deterioro de zonas patrimoniales, conflictos de convivencia con vecinos, colapso de barrios por hiperdensidad y viviendas con metrajes mínimos.

Hacerle frente a estos problemas de forma equilibrada es el gran desafío de la nueva gran ciudad y para lograrlo es fundamental un actuar coordinados entre el sector público, el sector privado y la sociedad civil. ¿La misión? Propiciar un desarrollo balanceado, pensando en diseños armónicos, teniendo particular consideración por el entorno y por las comunidades. Antofagasta cambió y los antofagastinos también. El fenómeno del Infilling es el nuevo retrato de una ciudad que vuelve a reunir a todos en su centro, pero que deja una larga lista de desafíos para seguir avanzando hacia ese espacio que todos queremos y soñamos.

www.infilling.cl

Nicolás Jobet

sicólogo,

autor de

Infilling