"No Respires"
"No respires" forma parte de esa tendencia de los actuales realizadores a quienes les encanta jugar con los géneros, llegando incluso a retorcerlos e imposibilitando el encasillamiento en un único género. Su director es Fede Álvarez, de nacionalidad uruguaya, que nuevamente se une al productor Sam Raimi y su elenco estable, que ahora demuestra mucho mayor pulso para armar un filme con una atmósfera de tensión y suspenso más que interesante que algunos suelen denominar como neo-noir (nuevo cine negro).
Todo parte con un atraco frustrado, que desde el inicio se torna imposible y aterrador. Y en este punto, el filme asume y consume muchas influencias de otros géneros: la irrupción de un grupo en un hogar, el cine de psicópatas, o el terror de raíz claustrofóbica.
Lo que más se aplaude de "No respires" es el dominio que tiene Álvarez de un perfecto dominio del espacio cinematográfico que le sirve para generar tensión y una creciente espiral de suspenso que termina atrapando, con una atmósfera de encierro que no da tregua. Otro punto es el empleo de un estupendo uso de la economía narrativa que en pocos minutos lleva a la esencia de la historia, donde un ex-marine ciego construye un notable ejercicio de suspense lleno de nervio.
El deseo de Álvarez es estrujar el género de suspenso hasta las últimas consecuencias, iniciando su película con un excelente y muy sorprendente ritmo que muestra el lado más enfermizo de la trama, apostando por una suerte de versión invertida de esas películas en que un grupo irrumpe en un hogar y lo desestabiliza.
Un detalle interesante es que el coprotagonista sea un ciego, algo que se tuvo en la película 'Sola en la oscuridad', 'Terror ciego' o 'El gato de las nueve colas' en donde se podía ver a personajes invidentes siendo aterrorizados por visitantes no deseados, aunque aquí pasa justo lo contrario: un ciego que es atacado y termina siendo el victimario sorprendente de un filme que no defrauda, sobre todo en la creación de un clima ominoso.
En 'No respires' interesa también el escenario de la ciudad, en este caso la fantasmagórica Detroit en ruinas que se convierte en el símbolo de la decadencia moral y la falta de oportunidades y seguridad que obliga a los protagonistas a pasarse al otro lado de la ley en busca de una vida mejor o simplemente para buscar justicia. Y destaca la casa en que transcurre casi todo el metraje: un lugar que se encuentra en un barrio abandonado y decadente, una vivienda unifamiliar convertida en una mansión de los horrores que, con mucho estilo, es iluminada de manera expresionista, como si se tratase de un lugar producto de la psicología retorcida de uno de los personajes.
Así, lo que más se agradece de 'No respires' es su brillante de puesta en escena, que revela a Fede Álvarez como un director inteligente a la hora de sacar el máximo partido a un guion mínimo y a los medios visuales que tiene a su alcance, lo que incluye el empleo de una serpenteante steadicam, que recorre una y otra vez las laberínticas estancias de la casa, a la utilización del formato panorámico que acrecienta la sensación ominosa.
Tal vez haya una debilidad en que el guión de 'No respires' sea demasiado simple -tres ladrones que ingenuamente intentan robar a un veterano de guerra ciego que en el armario tiene dinero- pero eso se compensa porque el filme completo es una clase intensa e inteligente respecto de cómo crear tensión, estirando hasta más no poder al juego del gato y el ratón, coreografiado de modo brillante en una casa destartalada.
El propietario de ese lugar no solo perdió la vista, sino también a su hija, la que murió atropellada. Se cuenta que él se pasa las noches en su habitación escuchando la voz de su hija grabada en un vídeo de la niña y que en algún lugar de la casa tiene guardado el dinero que recibió por concepto de indemnización. Eso atrae a los ladrones que pueden entrar, pero que no tardarán en descubrir que acaso salir sea un juego sin futuro.
Hay que subrayar algunos detalles, como el notable plano secuencia que acompaña a los ladrones mientras ingresan a los dos pisos de la residencia, que se transforma de inmediato en un laberinto de connotaciones míticas, porque el ciego ex marine se convertirá en una especie de cíclope atormentado por los recuerdos y la paranoia. Y destaca también el hábil empleo del silencio y la quietud para generar tensión creciente.
En síntesis: aunque los personajes carezcan de verdadera profundidad (sobre todo porque los motivos del grupo resultan menos convincentes a medida que avanza la película) y al hecho de que las decisiones tomadas por algunos son inverosímiles o absurdas, 'No respires' funciona como una máquina capaz de generar tensión con esos viejos recursos del terror psicológico y del suspenso más noble: cristales que crujen, sonidos agudos, perros que acechan o una persecución en la oscuridad que supera aquélla de 'El silencio de los inocentes'.
Victor Bórquez
Escritor, docente y
comentarista de cine