Salvador Reyes, nauta y poeta
SEl 16 de agosto de 1899 nació, en Copiapó, el escritor Salvador Reyes. Su abuelo fue de los primeros chilenos que pusieron pie en nuestras tierras: fue Cónsul de Chile, miembro del primer Cuerpo de Agentes Municipales y Capitán de la Compañía de Guardia de la Propiedad. El nieto, también, sintió la atracción del desierto y se aquerenció, muy joven, con aquel Antofagasta que se empinaba a la historia, a comienzos de siglo.
Más que enamorarse del paisaje de tierra, volvió sus ojos al Mar. En 1923, lo demostró, al aparecer su primer libro, "Barco Ebrio", con sugestiva portada dibujada por Luis Meléndez: unos marineros de ojos nostálgicos, que soñaban horizontes imposibles:
"Se exalta la emoción / divina de los viajes"
El Mar entraba así a las letras chilenas, con estos poemas de Reyes, que hablaban un lenguaje diferente al de nuestros criollistas. De esta obra, que repetía el título de Jean Arthur Rimbaud, "Bateau ivre", saldrían tripulaciones líricas bizarras que, inspirándose en el Mar, traducirían el hechizo de los puertos y los adioses:
"En el puerto / una canción tendió las alas"
Reyes vivió en constante amor por Antofagasta. En su novela "Los Tripulantes de la Noche", de 1930, fijó la ternura que el puerto le arrancaba. Pidió que al morir, su cuerpo se cremara y sus cenizas fuesen arrojadas a esta Mar que lo mecerá, por los siglos, como el más admirable de los cruceros.
Cada vez que contemplamos nuestro Mar, nos aproximamos a Salvador, en el recuerdo conmovido. Entre la ola y los azules, sus cenizas son agua oceánica para siempre, enseñándonos la noble lección de vivir en muerte la hermosura del movimiento y el azar:
"¡Quise atar en el viento / la canción de mi vida!"
Los Hermanos de la Nao Antofagasta, orgullosos, disfrutan el privilegio de contarlo en sus bancadas, de su compañía pura y admirable y de la creación de su octálogo.
Hace 80 años, nació un niño soñador. En el sin tiempo del Mar, ese niño continúa erguido en la banderola de las espumas errantes.
NdeR. Conmemoramos los 117 años de Salvador Reyes.
Andrés Sabella, 1979