Un recorrido por cualquier ciudad de la II Región o de otro punto del país permite comprobar que, muy pocas casas, por no decir ninguna, se presentan con ventanas libres de rejas, sin antejardines protegidos y sin puertas aseguradas con doble cerradura. Por el contrario, lo que se ven son casas aseguradas, enrejadas y, fíjese bien, incluso encontrará algunos hogares que tienen rejas, hasta en los techos.
El origen de esta realidad se remonta a diciembre del año 2000, cuando comenzó a implementarse la Reforma Procesal Penal, cuyas modificaciones garantistas favorecieron a los delincuentes. Tanto que hoy, para estos individuos, es más rentable delinquir que trabajar.
Y pobre del que es asaltado y decide hacer la denuncia. Seguro que sentirá la impotencia de no ser amparado por el sistema, y lo que es peor, percibirá la indulgencia o trato injustamente benévolo para con los victimarios. Incluso, para los que siguen delinquiendo reiteradamente.
De ahí, este aumento de la inseguridad, que se traduce en un aumento de los guardias privados, que pasaron de los 2.000 cuando se implementó la Reforma Procesal Penal a los 165 mil que tenemos hoy; la mayoría sin preparación ni aptitudes para el cargo. En cambio, faltan carabineros y detectives. En este último caso, se necesitan al menos 15 mil.
Es evidente que algo anda mal, pero si las propias autoridades de gobierno se niegan a hacer una evaluación del funcionamiento del sistema, es imposible obtener un diagnóstico exacto. Sin ir más lejos, en Antofagasta, durante la administración de Sebastián Piñera, la Intendencia aprobó que se realizar un amplio seminario de análisis de los resultados de la Reforma Procesal Penal, el que estaría a cargo del presidente de la Corte Apelaciones. Hasta el día de hoy no se ha realizado, pese a que los fondos están disponibles desde hace un par de años. ¿Por qué? Sólo el intendente lo sabe.
Esto ratifica lo equivocado que están las autoridades de Gobierno. No hay sintonía con las urgencias del país. Porque es inaceptable que sean los ciudadanos honrados los que viven enrejados en sus casas y cada día con más miedo a salir a la calle, mientras que los delincuentes gozan de libertad e impunidad.
Waldo Mora Longa
Exintendente