Secciones

Arqueología territorial

E-mail Compartir

La novela El sangrador de Patricio Jara, publicada el año 2002 por Alfaguara, y ganadora del premio del Consejo Nacional del Libro y la Lectura, es una de las obras literarias interesantes que hablan de nuestro territorio. La Antofagasta de este relato es la de la segunda mitad del siglo XIX, -la antesala de la Guerra del Pacífico-, un puerto bullicioso y atrayente para aventureros de todo tipo que huían muchas veces de la inestabilidad política y social de sus países para venirse a experimentar las propias asonadas, montoneras y levantamientos militares locales. El protagonista de El sangrador es el entrañable Apolonio Mancuso, quién desempeña el oficio de flebótomo, una suerte de protodentista en una época en que la formación médica era incipiente en Latinoamérica y el mundo. Labores como la dentística eran desempeñadas, muchas veces, por barberos que realizaban cirugías menores, quienes eran, por lo general, menospreciados por el reducido cuerpo médico que atendía las múltiples demandas de una ciudad en expansión.

Patricio Jara hace una minuciosa investigación no sólo de ciertos oficios de aquella época para darle credibilidad a sus personajes: un imprentero anarquista, una contrabandista de especias y hierbas, mercenarios, militares revolucionarios, entre otros, sino que además desempeña una labor de arqueología cronística del período para llevarnos a presenciar los estragos de la fiebre amarilla, el desembarco de tropas revolucionarias y contrarevolucionarias en la Plaza Colón y la sucesión de gobiernos de turno en el período de la Antofagasta boliviana. Esta ficción histórica mezcla personajes reconocidos por la Historia oficial, como Hilarión Daza, con ciertos nombres y hechos creados por el autor, recrea cartas y documentos históricos construyendo una novela verosímil y elaborada con ciertos toques de realismo mágico. Alejado de la recurrente epopeya pampina que se ha desarrollado en el norte, se remite a escenarios urbanos, pero guarda cierta relación con el humor, la nostalgia y el uso de arcaísmos lingüísticos atractivos, tan frecuentes en la literatura local. Sin duda un acierto de novela, que ilustra, entretiene y revive un período desvaído de la Historia, devolviéndole el color, los aromas y el sonido a una ciudad que sigue sorprendiéndonos con su riqueza histórica y los relatos que se esconden en ella.