Secuelas de la memoria selectiva
Este año se cumplen 70 años de la publicación de la extensa crónica sobre el lanzamiento de la bomba atómica en Hiroshima, del periodista estadounidense nacido en China John Hersey, quien viajó a la ciudad unos meses después del ataque, encomendado por el editor del New Yorker. Este artículo, que se imprimió como una monografía especial de la revista, es considerado hasta hoy uno de los mejores textos de periodismo narrativo y de investigación publicados en un medio de circulación masiva. El autor, reconocido uno de los padres del Nuevo Periodismo, antes que Truman Capote con A sangre fría o Rodolfo Walsh con Operación masacre, ganó el premio Pulitzer por su obra que retrataba en primera persona la Segunda Guerra y la amenaza permanente de las armas nucleares. Desde el año 1937 trabajó como corresponsal en el frente del Pacífico para la revista Time y Life, teniendo un poco más de veinte años, y alcanzó a publicar casi 30 novelas de no ficción sobre la ocupación militar estadounidense y los conflictos bélicos del siglo XX. Algunas de ellas son muy conocidas, como La campana de la libertad, La pared o Demasiado lejos para ir andando.
Hiroshima es un libro de 180 páginas, estructurado en cinco partes que describe, a través de los testimonios de seis sobrevivientes, la sobrevida y los graves efectos residuales del bombardeo en la salud de la población civil, que resistió estoicamente y vio caer el imperio japonés en 1947. El relato comienza describiendo que estaban haciendo estos retratados exactamente a las ocho y quince minutos de la mañana del 6 de agosto de 1945, "en el momento en que la bomba atómica relampagueó sobre Hiroshima". Hersey nos hace vivenciar las secuelas del conflicto desde la mirada de una oficinista, Toshiko Sasaki; una viuda a cargo de sus tres hijos pequeños, Hatsuyo Nakamura; un misionero alemán jesuita, Wilhem Kleinsorge; un pastor metodista, Kiyoshi Tanimoto y dos médicos, el Dr. Masakazu Fuji y Terufumi Sasaki. Estas historias quedaron en la retina de los lectores pues el periodista supo conectar con las emociones, imágenes, impresiones, y personajes construidos con herramientas de la ficción que, según él, pesan más que "la disuasión, en el sentido del miedo a armas específicas". Esta memoria sobre lo ocurrido, a pesar de ser selectiva muchas veces, sigue manteniendo, según Hersey, "seguro al mundo de la bomba desde 1945".
María Constanza Castro M.
Académica Escuela
de Periodismo UCN
Máster en Literatura.